Cientos de lunas, puedo leer en mis ojos, que han pasado y recuerdan huellas.
Intactas en cada rincón.
Permanecen como manchas de humedad… y no tan crueles como el tiempo mismo.
Nos alejemos o nos acerquemos al punto de partida. Mientras tanto, nuestro corazón toca un Blues…
Huellas necesarias, como la guerra desmesurada contra el inmortal miedo a fracasar, el temor de vivir, de ser uno más, y hasta a veces, de no ser ni siquiera eso.
El dolor inevitable, el sufrimiento optativo… Da vueltas por mi mente, formando un sinfín de ecos. Se repiten. Prometen seleccionar las huellas puras, teñir mi materia gris en verde, alejarse de aquello que no logra el mismo efecto y deshacerse para siempre. Se repiten. No es más que eso. Prometen y repiten.
Se incluyeron como tatuajes. Nunca pulimos esos diamantes… Aprendamos a despedirlos. Los palpamos. Se grabaron en nuestras manos.
Nada fue inútil, todo llenó el cofre alguna vez vacío. Lo que no brilla… opaca el fin.
Carol- Bord... ¿VENDEN PASTILLAS PARA NO SOÑAR?