Tenés dos horas para borrar de mi cabeza toda huella existente. Toda marca que remita que pisaste ahí. Que respiraste. Que lloraste. Que cagaste ahí, y con la misma sutileza con la que hablabas de amor (término próximo al destierro).
Entre tu idilio y mis escombros, creo que acá, al menos, se toca y se ve. Se siente. No soy Einstein con la relatividad, lo sé (aunque no estoy tan lejos, ¿FrankENSTEIN se asemeja?). No descubrimos la penicilina hablando de tu incapacidad existencial, pero podríamos cooperar al buen desarrollo y funcionamiento de tus neuronas (sería un cerebro-actimel), por eso no bajes los brazos.
Nunca te vas a enterar de esas dos horas de plazo. Ni cuando empiecen, ni mientras duren, ni cuando culminen. Pero si hasta ahora no les llegaron mis llamados telepáticos a tu sensatez, quizá, todavía estés a tiempo de enterarte que se agotan los recursos de compasión.
Seudo mujer solicita con urgencia un chip inteligente, capaz de exterminar en ella todo ánimo de incinerar a intento de ser viviente. ABSTENETE.
Carol- Bord
No hay comentarios:
Publicar un comentario