Escribiéndome... para romper violines

13.2.11

Neo Leyes murphianas- Parte II

Cuando cuentes el tiempo a fin de llegar puntual a un análisis clínico, es cuando con menos tiempo contarás.

Cigarrillos, mate, cuenta regresiva. Noche en vísperas de análisis clínico. Claro, que uno mismo está al tanto de la cantidad de horas con las que cuenta para dormir y no olvidarse la lucidez en la cama, que es inversamente proporcional con el sueño que uno tenga.
La cosa tenía que funcionar bien. El fantasma de Si algo puede salir mal, "maldrá sal", amedrenta a cualquiera. El meollo es que era un simple estudio ordenado por el médico, nada alarmante.
En principio, y para comenzar por anticipado con la jornada medicinal, "guess what?". No te podés dormir. Y aquí comienza la quemada historia que te incita a contar ovejas, números, chistes malos. Sin embargo nada sirve. Entonces, uno es más conciente que nunca, de que es en ese tipo de situaciones, en las que no sólo tu mente fabrica pensamientos respecto a tu día, sino también al día anterior, al día siguiente, comienza a formular hipótesis, teorías, planteos; Comienza a demostrarte que te falta sueño y te sobran pensamientos innecesarios (porque en estos casos, uno sabe que piensa muchísimo más, piensa todo lo que no puede pensar en vigilia total). Lo raro es cómo (y de manera estrafalaria), los pensamientos se entrelazan: comenzaste pensando en qué posibilidades hay de que el resultado de tu análisis sea regular, pasando por "qué será de la vida de Hermenegildo, el kiosquero que cerró y se mudó a San Nicolás", y llegás a sacar conjeturas respecto a si la chica de la perfumería va a la cama solar, o tiene ese colorsito naranja zanahoria de nacimiento, porque en verdad eso sí te quita el sueño.
Nuevamente, como círculo vicioso, tratás de hacer más ameno tu "No tengo sueño, madrugo y me la banco", mate mediante, puchos y música. Te distraés con los zumbidos de las moscas. Porque claro, es en estas situaciones, en las que uno siente que el universo se complota para que jamás duermas a lo largo de la fucking noche: La mosca caprichosa que te zumba en el oído; el perro siberiano del vecino que parece haber entrado en un ataque de ladrido excesivo para llamar la atención (agradecé que no es Caniche); esos pensamientos que tenés; y aparte, convengamos, uno encuentra, ridículamente, más cosas entretenidas, cuando en verdad lo único qe debe hacer es acostarse y cerrar los ojos. En el peor de los casos, está ese ser humano que (TOC por naturaleza), a mitad de la noche y sin una gota de sueño, se levanta simplemente para limpiar todas esas cosas que durante el día (o en otras circunstancias), parece no importarle que estén desordenadas o no tan pulcras. Entonces aquí nos sugerimos a nosotros mismos: "Ya fue... ¿Y si sigo de largo?". Ok, es una buena pregunta, claramente, porque son más horas las que han pasado desde que intentaste dormirte, que las que te quedan para salir de tu casa.
Pero no. Hay cierto consejo murphiano, que sostiene que la falta de sueño, es inversamente proporcional con tu alpedismo (bueno, OK lo tomamos como influencia, aunque esas no sean palabras del mismo). Es decir, olvidate de no dormir nada, o no duermas nada y esperá a salir de tu casa, para desmayarte arriba del chofer del coletivo. Finalmente te dormís. Dos horas. Pero agradecés que suceda, ya que pensaste que no iba a darse en toda la noche.
Eso no es todo. Ni medio. El análisis a realizar, era una pobre e indefensa ecografía, para la cual debías retener un litro y medio de agua, una hora antes. Una de las razones por la cual, uno necesita estar tranquilo y no hacer las cosas a tontas y locas.
BAD NEW: Recibís un llamado de la clínica, que te comunica (de la forma más tirana y autoritaria), que el horario de tu turno ha sido modificado. Y claro, aquí le daremos la derecha nuevamente al amigo Murphy: Las modificaciones en el horario establecido para llevar a cabo alguna actividad/ encuentro/etc, será siempre contraria a tu conveniencia horaria (más temprano- más tarde). En palabras textuales: "Cuanto más inofensiva parezca una modificación, más influencia tendrá, y más planos se tendrán que volver a dibujar". Siempre. Y sin excepciones. Y como era de esperarse, el turno ha sido ADELANTADO. Chau a tus planes de contar con tiempo suficiente a punto tal, de dar vueltas en la cama teniendo un orgasmo con esos inmortales "minutos más".
OK. no perdemos la calma (ni la bizarra botella de DOS litros de agua, que va a acompañarte en tu recorrido hasta la clínica). Porque no sólo es un hecho que estás llegando tarde, pese a tus (pésimos) planes, sino que, aparte, debés inyectarte agua mineral hasta en las fosas nasales, mientras hacés malabares en el tren- hora pico- el cual gentilmente con sus epiléticos movimientos, contribuye en gran medida con tu aparato urinario.
Y como era de esperarse, temés echar un vistazo a tu celular/ reloj, porque es claro que, de tu hora citada, han pasado ya, diez cálidos minutos. Y aún tenés veinte de viaje. Porque siguiendo la línea de develar realidades; cuando uno sabe de su impuntualidad, el simple hecho de mirar la hora, es sumamente paralizante, es nutriente del nerviosismo. Tenés un mensaje en tu celular. Lo sabés, porque acaba de sonar. Pero no lo levantás. Porque, esta curiosidad existencial que te compone, va a entrometerse con tu vista y obligarla a que de reojo, husmee impunemente la hora. Y sentís que el mundo se proyecta en cámara lenta. Aunque no sabés que, en verdad, "Ser puntual sólo significa equivocarse a tiempo".
Mirás por la ventanilla del tren, y, tras el pasadisíaco paisaje de containers y construcciones a medio hacer, sentís una profunda inspiración... Para vomitar. Hay ancianos merodeando por el vagón; hay mujeres (¿embarazadas o hinchaditas?), hay niños. Pero sentís que tenés una vegiga que ya no quiere seguir latiendo, y por primera vez en tu vida, te tomás la licencia de decirles con la mirada "NI loca te cedo el asiento". No podés leer, no podés escuchar música (tu reproductor, se ha quedado sin batería), el terreno ha sido preparado para que sólo aguardes (sabiendo que no hay tiempo para aguardar). Podríamos seguir sancionando leyes: La velocidad con la que maneje el conductor en un transporte público es INVERSÍSIMAMENTE proporcional a tu apuro para llegar a destino. Los pasajeros cruelmente, posan su mirada sobre vos, pero ya es tarde porque tenés que bajar.
Caminás y no sabés de qué forma, pero estás llegando. Tarde como siempre. Pero aún a tiempo.
Finalmente, realizás ese estudio. Y para tu sorpresa, no sólo acabás de terminar con tu burócrata actividad medicinal, sino también ya tenés los resultados. Y una última y feliz noticia: La boletería del tren está cerrada.


"Si una serie de cosas puede salir mal, lo hará en la peor secuencia posible"


Carol- Bord Y nada es tan malo... Que no pueda empeorar.

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