Escribiéndome... para romper violines

19.7.11

Martina Flora

Le sacaba una radiografía, Martina, a aquella blusa en liquidación que encontró mientras caminaba por la Avenida, inadvertida del mundo, como un ermitaño peleado con la vida.
Observaba la blusa. La deseaba. Lamentaba aquel segundo de duda en su mente, en donde el descuido le jugó una mala pasada y ahora, debía sufrir mientras otra compradora con una dosis justa de decisión estaba a punto de apoderarse de la prenda. La deseaba ahora más que nunca, por verla lejana, por verla en manos de alguna compulsiva entrenada específicamente para cortar ilusiones de aquellas que están a la espectativa de las rebajas económicas. Martina, sentía que incluso, la flamante dueña de la blusa, gozaba esta escena. Gozaba que cualquier espectador se entristeciera de no haber podido adquirirla a tiempo. Parecía más contenta por la angustia de Martina (frustrada como antibiótico en una noche de borrachera), que por su nueva adquisición. Y esto, no hacía más que enervarla.
Sin embargo, una vez en la caja, y decidida a abonar su prenda, la chica manifestó haber olvidado su billetera, vacilando, incluso, la posibilidad de que se la hayan hurtado. Con gestos que expresaban más preguntas que una niño en la etapa del "Por qué", se fue la frustrada compradora. Y fue en ese momento cuando Martina, tenía el tesoro a la vista; iuminado como un mesías materializado en tiempos de desconcierto. Sin embargo, aquella blusa; azul, retro, impecable, ahora parecía representarle una prenda obsoleta y con olor a naftalina. Y recordaba más que nunca que el azul, era un color tan insulso, como jodido.
Decidió entonces, obligarse a pensar que estaba por perder el subte para llegar a horario.
Y contenta, Martina Flora se alejó del local y de su ahora odiada, prenda en liquidación.



Carol- bord
Yo te prefiero fuera de foco, inalcanzable...

15.7.11

Yo creo que...

Carlitos Marx se equivocó un poco.
Está bien. El materialismo histórico nos empujó a esta fase zombi de individualismo, en donde cortamos cabezas para destacarnos en estilo de vida, para ser el empleado del mes de la familia Mandonga, para vestirnos con las mejores marcas, incluso para comunicarle a toda la red cibersocial si es que en este momento llevamos puestos calzones rojos o azules, y para muchos etcéteras más.
Pero, un poco buscando orígenes, este individualismo, que se considera como una "tendencia a actuar según el propio criterio, sin importar el de la colectividad", es producto de la falta de interés en el otro.
Y siguiendo en este línea pseudo etimológica, la falta de interés en el otro, no estaría mal si se reduce a una completa indiferencia y/o repulsión hacia seres de la talla de Gabriela Michetti.
No obstante, la falta de interés en el otro, en cuanto sujeto social, tiene su desembocadura en el río de la incomunicación social.
Y he aquí la cuestión.
La falta de comunicación social, no es hija de la alienación, ni de la no- conciencia de clase, ni de la división del trabajo, ni de la plusvalía.
La falta de comunicación social, nace cuando en la misma parada de colectivo, al menos quince personas alzan sus manos con fin de que frene el transporte, sin advertir que TODOS están haciendo exactamente lo mismo...



Carol- Bord Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé...

10.7.11

please, listen.

Escuchar "Nowhere man" un Domingo a la 1 a.m, aporta en gran medida a que te replantees qué está pasando con tu vida. O si está pasando algo en tu vida. O si tu vida se está pasando de largo, como el 74 a las seis de la tarde mientras puteás al colectivero.


Carol- Bord Fabricando mis propios planes para nadie...

Canción tuya

Lo notaron mal,
pedía por su papá
pedía algún consejo
de su maestra de preescolar.
Lo quisieron enjaular
los azotó días atrás.
La paciencia se impacienta
y no hay confititos para calmar.
Me pregunta
-"Caro, ¿Voy a estar mejor?"
Le dije
-"No hay forma que no,
vos sos el Fenix, mi amor,
si te caés, me caigo yo".
No digas que yo no me quiero,
tenés razón en todo.
No digas que vos estás cuerdo,
en este mundo... Prefiero ser loco.
Él culpaba a su "amiga" y yo a la mía.
Él no tomaba ya ni recaudos,
yo, ahora sólo vomito esta canción.
Que es para vos.
Es mi regalo, es lo único que sé.
Y es todo lo que soy.


Me caigo yo...


Carol- Bord Nightmares come true

Sin rencores- a dos voces

No puedo hacer mi vista a un lado. Tampoco puedo fijar mi vista. Ups, ¡Qué complicado esto de las relaciones sociales! Lo único que me salva es pensar que aún más complicadas, son las sexuales. Aunque yo, muchos inconvenientes al respecto nunca tuve. Bueno, tampoco voy a mentir. No soy un sex shop andante, pero tampoco soy un cura, de esos que ya no quedan. A Jazmín, la recuerdo como si fuera ayer, blanca… pálida… A veces, la única frase que mis cuerdas vocales pudieran expresarle, era si había ido al médico, por la apariencia cadavérica que tenía. No voy a negar que pude haber sido más cruel. De hecho, no me acuerdo si lo fui. Jamás fui bueno en recordar detalladamente momentos de mi vida. De hecho, nunca podré olvidar cuando, entre amigos, confundí tan imbécilmente, digno para el destierro, a George Clooney con Pocho, la Pantera. Ese era yo. El imbécil que no retenía siquiera caras. Discutía con idóneos en música, sosteniendo como bandera, que Elvis me parecía un chorro. Que copiaba constantemente a Sandro de América. Y me encerraba en mi cuarto a mirar una y otra vez el video “Thriller”, intentando, como el plagio de Elvis, copiar esos pasos de baile. Creía que así, las mujeres me iban a ver de otra manera. La única que logré, me viera de otra manera que el resto, fue una extraña muchacha con gafas en la estación de Adrogué, a la cual le pedí la hora, luciendo vanidoso mi jopo a lo Michael, y ella sólo atinó a mostrarme su bastón, un poco irritada, por cierto. Ahí comprendí que sus gafas no eran un adorno irrelevante en su cara. Jamás fui detallista. Y lo estoy siendo por primera vez en mi vida.

¡Cómo olvidarme de ti, estimado Lucas! Trato de ser cortés, no puedo exigirme tanto. Claro, ahora, de repente, tengo que ser amable con esta persona que vivió para martirizarme toda mi niñez y pubertad. Ahora, claro, el señor se me acerca y yo tengo que sacar la sonrisa de boluda que tan poco me cuesta mostrar… Y seguirle la corriente: Ahh ¿Tus cosas bien? ¡Pero qué bueno! Te falta una materia… ¡Ya casi, campeón! ¡Me reeee acuerdo que siempre quisiste ser abogado! (porque desde chiquito que le afanabas los útiles a nuestros compañeros) ¿Te recibiste en dónde? Ahhh, ¿En la Universidad de Palermo? (¡Qué sacrificio! ¿Quién no?) ¡Guaaau, me pone re contenta! ¡Alta carrera, como dicen ahora! Ja, ja (En las empresas facultativas, el gil que no se recibió, fue porque papi se atrasó un par de meses con la cuota)… ¡Bien, Luqui! Como caballo de carrera, vos ¿eh?... Siempre derecho ja, ja (derecho… chiste estúpido… ¡Quién me manda a hablar a mí!). Flor de hipócrita sos tarado, siempre te creíste más que los demás. Y pensar que antes ni la hora me dabas. Yo iba sin escala de la peluquería al colegio… Para llegar de punta en blanco y lo primero que me preguntes sea: “¿Te fuiste a dar una vuelta por la granja y las vacas te peinaron?”. Hijo de tu madre… ¡Con vos y un poco de leche, tu madre podría haber hecho licuado de banana para todo el curso!... Pero nunca te contestaba. Y ahora tampoco puedo. Porque ya estamos más grandes, y hay que comportarse como adultos que hace años egresaron del colegio. Como adultos que han formado una personalidad de buenos ciudadanos, con moral y valores. Ya no puedo arreglar mis problemas llamando a alguna “señorita” para que le ponga por el culo 10 amonestaciones al que me agredió. Ya no puedo pensar que mi vida se va a solucionar en el próximo asalto, al cual deba llevar comida, para que “alguien” sea el afortunado de estar del otro lado de esa botellita, que con el pico, me apunta a mí. Tampoco podré pedirle a otro compañerito que finja ser mi novio por dos días, para que Lucas se ponga celoso, y luego terminar comprobando que a ese pibe, le corre gelatina por las venas. Esto es demasiado… ¡Mirá que es grande el mundo, como para venir a encontrarme a este ente! Ahhh, Lucas, así que te casaste… ¡Qué sorpresa!… ¡QUÉ BUENO!... Y eso que vos de Susanita no tenías nada, ja, ja. ¡Mirá quién vino a casarse… Luquitas! ¡Me muero!. Uy, Dios… Ahora es mi turno… ¿Yo?... ¡Bbbien!...

La primera vez que soy detallista, no lo puedo creer. ¡Qué inoportuno, por Dios! Jazmín siempre me inhibió. Terminaba siendo siempre el esquizo que le decía las peores cosas, y después se iba a dormir pensando en ella. ¡Qué linda que estás, Jaz!... Para acabar diciéndole: “Uy, mirá, estás igual che”. Si, si señorita… Soy todo lo que acabo de decirle; Abogado y casado. Una eminencia en el mundo. ¿Y ahora qué le digo? Ella no sabe de mi faceta de inútil crónico… Me conoció Winner. Me va a ver Winner. Si me llega a preguntar con quién me casé, sacó un conejo de la galera y le digo el primer nombre y profesión que se me cruce… Total siempre fue un poco corta… Uy, ¡Siempre el mismo basura!... Ah, bueno flaca… ¿Susanita me estás diciendo? Vos no entendés nada de la vida, estúpida… Este es mi momento y mato dos pájaros de un tiro. Le pregunto por ella, a ver con qué me sale. No puedo dejar de mirar… Ay, Dios. Ay, Dios. Me estoy poniendo muy nervioso… ¡Justo ahora tengo que ponerme en detallista!

¿Yo? Bien, Emm. No, no, no. ¡Sos tonta, Jazmín, sos tonta!. Cuando quieras mentir, la regla número uno es NO tartamudear. Ahora, remala. Sí, bien… Casada no… Pero ¡Re- de novia! (¿Re de novia? ¿Novia es una marca de guitarras? Soy tonta, claramente.)… Estoy terminando medicina, en la UBA… ¡Y con miles de proyectos y propuestas! (Sí, propuestas de Garbarino, para que salde la deuda del último Home que compré). ¡Re bien!

Ah, está de novia la mina… Y viste, mejor prevenir. Por lo menos me resguardé. ¡Ay Dios! ¡Ay Dios! ¡Ayyyyyy!

- Jaz… Tenés como… tenés como… Como sucia la cabeza… Sorry. Pero ¿Volviste a pasear por la granja?... Ups, perdóname, no lo tomes a mal… Habrá sido una paloma flojita de vientre… No te preocupes, que te queda lindo.

- Uy… Tan gracioso… ¿En serio me decís? ¿Tengo sucio? Pero, ¿por qué no me dijiste antes, ni bien me viste?... No, no, no… No fue una paloma. Tengo que decirle a mi novio que se comporte un poco… O yo debería ser más prevenida, cuando salgo de casa… En fin… Que estés bien, Lucas…


- …



Carol- Bord El costado más aburridamente rutinario y moralmente aburrido que todos tenemos, le da la derecha a esa frase italiana que advertía que
"Nadie, nunca, te va a decir: LAVATE LA CARA,PARA QUE ESTÉS MÁS LINDO QUE YO..."

6.7.11

Lo que veo, lo que veía

Camino por la acera. Salteo la boletería. Subo tres escalones. Se acerca sobre los rieles, ese tren que no pasa por las nubes, ni tiene el mismo clima que el de la alegría.
Intencionalmente, ingreso en aquel furgón, por esta patológica obsesión a elegir siempre los últimos vagones, y tener simpatía por los “últimos” a secas (aunque también creo, que reír último, es sufrir delay mental).
Ya habiendo ingresado, priorizo mantener estabilidad corporal y constancia para respirar; básicamente porque hay siete cabezas rodeándome e imposibilitando a mis piernas moverse a lado alguno.
Recuerdo ese viejo consejo de Joseph Pilates: Power House, Power House, Power House. Y me cago en él. Ahora estoy entretenida anotando vergonzosamente el número que diviso de un cartel, que contiene la leyenda “Salga del veraz”.
De a poco, se despeja la zona en mi vagón (nunca en Gerli), y me enfrento cara a cara con una de las manijas que nacen en el techo, para poder sostenerse. Cuando digo “cara a cara”, no es por motivo más que a causa de la brevedad en mi altura.
Ya no tengo distancia abismal desde mi cabeza hacia el sostén de pasajeras manos desamparadas. Ahora, sólo basta con elevar mi brazo sin flexionarlo, y ejecutar la manija, para sentir que mi cuerpo y yo, no estamos tan a la deriva en nuestro solitario viaje al Cosmos del Tren.
Y sin embargo, es inexorable, recordar cuando ni en puntas de pie, lograba yo, tomar esta apoyatura.
El mundo, como a una presa fácil, me devoraba, aprovechándose de mis pocos centímetros. Mi papá era el mejor del mundo, según mis palabras. Y me protegía del ganado, con el que el sistema, nos impulsaba a viajar. Me alzaba en sus brazos, y me decía: “Ya llegamos, flaquita”.
Ahora, tengo cinco años, y cuando tenemos tiempo con Papá, jugamos lucha libre. Y vale todo. A veces creo que me tiene miedo, y que tendría que tomar la sopa, porque siempre que jugamos le gano yo.
Con las pulseadas, pasa lo mismo. Le digo que tiene que concentrarse, le digo “Pa, yo te voy a enseñar a jugar”. Pero no tiene fuerza. Y siempre le gano yo.
Con las carreras, pasa lo mismo. Él grita: “El que llega último a la esquina, pierde”. Y pierde.
Lo que más me gusta de Papá cuando me despierta, es ver que me hizo la leche, y me compró la Revista de los Domingos que le pido siempre. La semana que viene, la Billiken va a traer una mochila con rueditas, y él me prometió que me la va a regalar para que la use, cuando empiece el cole.
En la plaza, todos nos miran porque somos felices. Y a la gente le gusta mirar a los locos cuando son felices.
Me encanta cuando me deja manejar con él, pero me miente, porque yo no llego a los pedales del auto. Lo que no me gustó el otro día, fue que se quedó dormido cuando fuimos a ver Mulán al cine… ¡Se quedó dormido en la mejor parte! ¡Está re loco!
Yo le canto las canciones de Nubeluz y Xuxa, con pasitos de baile y todo. Y me dice que soy la nena más linda del mundo. Por eso, cuando caminamos por las calle, él elige darme la mano a mí. Entre todas las mujeres, me elige a mí.
Me pregunta siempre cómo me fue en el Jardín, y cuando viajamos en el tren, hace de cuenta que no le molesta que a cada rato le pregunte: “¿Ya llegamos, Pa?”. Y entonces, me alza y me cuida.

-¡Uy! –Digo yo, para mis adentros- En la próxima estación ya me tengo que bajar… Por poco sigo de largo…
Recibo un mensaje de texto. Es Papá:
-¿Ya estás llegando, flaquita?


Carol- Bord… Algunas historias, no tienen que tener necesariamente un "Fin"