En mi podio de frustraciones, no se haya ninguna incapacidad de poder amar y ser amada.
El dolor que tirita en mi pecho de extremo fracaso, no es haber entendido que no soy una entendida en materia de amores. No.
Mi frustración ganadora de todos los premios y ovaciones frustradas, no es reanudar el camino hacia el nirvana conmigo y sin mi "YO".
Mis penurias de frustración, no son hijas de mi regresión infantil (hija a su vez de la frustración por no poder seguir durmiendo entre moisés y dulces andadores; hija a su vez de mi existencial egocentrismo). No es tampoco frustración mayor, la que me recuerda cuántas veces intenté abrirme paso en un sendero pacífico con destino a la ciudad "Título universitario para ser alguien", y me devoraron en medio del camino esas fieras al asecho de semejante presa difícil.
Mi frustración madre, tampoco es la valentía para matar cucarachas, ni para asistir (sin antes desmayarme) a alguien sangrando, ni para aceptar que quizá me podría algún día enamorar de alguien más, ni para enamorarme algún día, ni para contestarle desafiante a mi jefe, ni para plantármele a la vida a lo macho tanguero y decirle "Dale nena, ¿te pensás que te tengo miedo?"; ni para ser valiente.
En mi podio de frustraciones, no se encuentra la afición a la cocina, al manejo, a la practicidad de trámites cotidianos, a la practicidad, la afición a la afición. No.
En mi podio de frustraciones, sólo se encuentra una nena chiquita con mis mismos ojos, que tenía terminantemente prohibido jugar con un Tamagotchi...
Carol- bord Y para mamá, esos inventos chinos te trauman...
No hay comentarios:
Publicar un comentario