Escribiéndome... para romper violines

20.11.12

Suricane sin sospechas

Ni bajo sospecha.
Ni bajo sospecha está mi gratitud, mis ya olvidadas necesidades del calor que hoy te hacen reverencia, ni bajo sospecha estoy yo en mi condición abusiva, mi falta.
Porque jamás en la vida me topé con persona alguna como vos, capaz de reflejar la calma misma en sus ojos invitándome a conocerla, capaz de remitirme a la transparencia y al necesario conflicto antecesor de tu placentero desplome, que ya es aliado de mi deleite conciliador, nadie encontré con tu misma voz en simultáneo con todo cuanto ella misma expresa; nadie con tu cuerpo y tu postura imponente, en sintonía con la noción de grandeza y humildad; roto el molde hace treinta y cuatro años oficialmente, no hay ente ni materia biótica con esa luz que te pertenece sólo a vos, y su encantamiento a mí, nutrida de autenticidad y capacidades infinitas.
Porque agradezco cada día la fortuna de escucharte, esa fortuna que me adopta como hija bienaventurada, como hija agraciada, como hija de la buena suerte.
Porque dudo regresar a aquellos lugares que me veían irrumpir, excéntrica y carente de sensaciones (para ese entonces "triviales"), que hoy son el pan de cada día para mi mundo tangible y espiritual. Porque sos el pan de cada día con una pizca de agua para nada bendita... Más bien, agua vital.
Porque nunca nadie me entregó llaves por doquier, y viceversa, para cada cerradura machacada, para su correspondiente cerradura.
Porque jamás escuché que alguien relatara esas cosas que hoy estoy sintiendo, y porque dudo que alguien me tenga bajo sospecha... A mí y a mis ideas locas, retorcidas; a mi mundo compartido...

Dudo que alguien me tenga bajo sospecha,
de ser
la mujer del siglo,
que inventó la receta para la felicidad:
Vos.

Carol-Bord

No podrías asomar tu hocico, bajo el intento malogrado de hallar mi potencia de sangre, bombeando en nuestra intimidad.

10.11.12

El país de...



Había una vez, un país que emanaba sed de cicuta por cada brote de abstinencia. Según la leyenda que algún sabio osó revelar, ese país de érase una vez, no estuvo hecho porque sí.
 Ese país no era una guadaña, ni una nación Ingalls, o Neverland.
Ese país era el país de las Malavillas.
 Se rumoreaba que Malavillas vivía en caos, que pronto iba a competir cabeza a cabeza con Hiroshima y Nagasaki por un premio que convenía esquivar. Se decía que había pestes, guerras y bozales.
 Sin embargo, estaba generosamente poblado, y  para sorpresa masiva, gran cantidad de sus habitantes aseguraba sentir a flor de piel la gestación de su peregrinaje sin precedentes, con sentido, dirección y necesidad vital. Con sentido hacia la (¿histérica?) "ruta dignidad" (¿que supieron conseguir o SUPUSIERON conseguir?). Con dirección situada en una senda (no, lector, no es de bicis), de equidad y destierro de toda estigmatización.
 Pero a causa de una grave anorexia de prensa y comunicación, el panorama quedaba distorsionado, reflejando apenas un selecto grupo que decía haber reencarnado en la secta de "Mesías veinte doce", "Neo Mesías revolucionarios en lucha por el derecho de las holidays en Puntaeleste y nada, eso" , y hasta hay quienes se atrevieron a bautizar este "Movimiento copado", (o Cool Movement) como "El manifiesto Ocho-Eneísta" (o bien, Menemizta... Testículo, teta, sorete). Todos. O ninguno.
Ese país era, ahora y bajo los efectos del desfajase , una horda superdotada de señores y señoras de castas lungas que se alimentaban por deseo más que por necesidad, y leían diarios a la hora del desayuno por tedio y desgano de comunicarse más que por saber si había vida en las afueras de su metro cuadrado.
Ellos poseían la milagrosa, y acaso envidiada  iluminación altruista, capaz de traer al mundo tangible todos aquellos evangelios, (si es que hubieren muchos y absolutos, simultáneamente), a fin de forjar un lugar perfecto, un mundo feliz (sí, con alfas al mando y betas subordinados, para plagiar un poco).
 Ellos tenían el privilegio del raciocinio como único existente y dogmático, y venían a reaccionar en efecto a su toma de conciencia (sé, claro... "Conciencia de clase", já). Su plan era limpiar lo que el viento había amagado regalar durante largo tiempo, como quien tienta con sortija en mano al pie de la calesita. Querían limpiar un poco el panorama que costaba un poco reconocer como propio, a fuerza de sangre, sudor y muchas lágrimas. Si el que no llora no mama, los peregrinos epsilones tenían mamadera hasta el purgatorio.
 Hoy las cosas cambiarían. Ellos alterarían, reformarían lo malformado y enderezarían lo torcido.
 Ellos y su don, claro.
 Emprendieron, oficialmente desde hace unas horas, su lucha masiva en repudio a los males que asomaban sin avisar, males desposeídos de sombra. Entusiasmados, ensimismados, atocigados, infundamentados; ellos ofrecieron un show ad honorem con bases de caridad y humildad de indigencia little horseana, con fines sencillamente didácticos y maduros. Así lo requería su nivel prodigio para esta poco fácil misión moral y ética como ciudadanos, que tuvo como primer acto el ejercicio del derecho más fervientemente democrático: El derecho a manifestar libremente que no viven en libertad.


Carol-Bord... Malavilla es toda acción y todo efecto de cobijar a la "gente millonaria paga a la gente rica para que le diga a la clase media que la culpa es de la gente pobre..."

2.11.12

Eternal tears of a spotless mind...

 Pocas películas me golpean tan impunemente la nuca. He aquí una.
 Borrar con el codo lo que escribiste de a dos... Borrarlo bajo la dependencia imperiosa de seguir tu paso por la vida con menos pena y más gloria. No sufrir tanto, ni retorcerse extrañando.
Mi sentido pésame al amor propio de la adorable Clementine, (y más tarde, también Joey),
que queda estancado en el camino como sólo un resabio de amor (¿im?)propio, para abrirle camino al amor incondicional, que según Teresa de Calcuta es aquel por el cual "amas hasta que te duela"

 Amor incondicional, que sólo permitirá vivir en su ausencia, cuando arribe el eterno resplandor de esa mente sin recuerdos.






"¿Cuán feliz es la suerte de la inocente vestal?
Al mundo olvida y el mundo la olvidó.
El eterno resplandor de la mente inmaculada
acepta todas las plegarias y renuncia a todos los deseos." (A.P.)


Carol-Bord... Chica jodida que busca la paz mental.

29.10.12

Amantes en peligro de extinción...


 Él decía que estábamos bien. A veces, atrapado en el intento de consolarnos, improvisaba una seguidilla de palabras convincentes, dulces. Hoy no era el caso.
 Sospeché que el aire era un elemento punzante que sólo servía para oxigenarme al mismo tiempo que me debilitaba. Sentía que los amaneceres, venían a ocupar de ahora en más, ese trono de verdugo. Sospeché que las cosas no estaban en su lugar.
Sospeché que se acercaba el temblor. Algo había cambiado… Algo, que sin pena ni gloria, pasaba desapercibido bajo mi nombre y mi apellido.
 Así fue que no hubo tiempo para caricias, ni sincericidios, ni nosotros. Ya no hubo un por qué. A veces, los mortales nos coartamos ese pequeño derecho carnal, y acaso lujo, de derrumbarnos, entregarnos, ofrecernos tendidos a los pies del placer… A los pies de aquel otro, que aguarda pacientemente bajo la sombra del ritual que sólo dos amantes conocen. Y es que quizás, las cosas ya no estén en su lugar.
 Quizás, los amantes precoces, que supieron conocer la fogosidad escalofriante, ahora sólo sirvan para jugar a la escoba de quince con un mazo de cartas.
 Quizás, los amantes, ya no quieran amarse… Quizás sólo proyecten desencontrarse.
 Quizás él la ame, pero a ella nunca le basta. Quizás ella exige porque su corazón se cae a pedazos del dolor, pero él jamás entenderá que el mundo, según su enamorada, se divide en personas lindas y personas como ella. Quizás, difícilmente ella encuentre persona semejante al sujeto que la ve dormir junto a él acurrucada. Y quizás, difícilmente él encuentre motivos para perdurar.
 Quizás las historias de amor sean un invento... Y en alguna dimensión paralela, sean una realidad dolorosa.

20.10.12

Frustraciones MODE ON

 Cuando sea grande sólo quiero ser aventurera, como una amiga que va por la vida en camping trip.
 Mala fortuna la mía, que me juega en contra; que me la va de obstáculo para mi sueño expedicionario, goleando con balón pistolero, frustrador, a ese espíritu salvaje... Plantándose delante mio como barrera del tren de carga. ¡La pucha! ¿Será, tal vez, que pretende frustrarme, porque busca impedir que me convierta en una persona grande? Quizás, esa suerte frustradora de aventuras, no planifica mi conversión a Neo-Peter Pan, quizás sólo conjeturo equivocada... Quizás sólo alucino que ella (mi suerte, llamémosle, regular o puta, da igual) se desvive articulando una serie de maléficas artimañas, lo bastante retorcidas en proporción a su escueta figura, (sí, las tiene todas; puta y tan pequeña que da impresión. O en palabras correctas, a mí me da la impresión de que no se va a poner a laburar como es debido), y pese a eso, su planificación es lo bastante contundente en proporción a mi inutilidad crónica.
 Es que quiero ser aventurera, quiero vivir rodeada de multidudes sudadas... Quiero ser así, quiero ser silvestre. El meollo único y absoluto que me da cosita, que me da una cierta repulsión es el tema del aroma a ser humano concentrado como único perfume en una carpa de copetín... Eso sólo. Ah, y la aversión a las pocofelices combinaciones del tipo "Short-Jungla-Caminata" o "Femineidad-NoRompasLosHuevosQueNoHayEspejosNiCera"... Eso sólo. Bueno, también me frena la fobia a interactuar con la naturaleza junto a terceros involucrados, tales como bichos color fluo, especies verdes que te mean en los ojos para cegarte, y criaturas voladoras que (como si tuviesen un desprecio añejo desmedido hacia vos), canalizan su ira en la piel humana, fabricando lo que luego, otros humanos malinterpretarán como psoriasis o sarna. Ley de Murphy mediante: Cuanto mayor sea la consistencia del zumbido artrópodo en tus oídos, mayor será tu esencia nerviosa para con la vida.
 En fin... Mi sueño es ser aventurera cuando sea grande. Mala fortuna la mía, que no está en mis planes ser grande por algún tiempo...


Carol-Bord... La ley de la menos fuerte.

5.10.12

Piquete de princesas

http://huelgadeprincesa.blogspot.com.ar

 No te preocupes, princesa, tu huelga ya no duele, ya no provoca dolor de cabeza ni retortijones en la panza. Ya no es una carga de privaciones placenteras. Ya no hay huelga de hambre. Ya sana, ya calma...
 Tu huelga de hambre ya no pesa... La mía, tampoco.
Ya encargué medialunas del Tio Humberto, y las trae bajo el brazo de un ángel.
El mismo brazo que a vos hoy te pertenece... El mismo brazo que a mí me va a traer, de regreso, la ternura que dejé en el placard.

Carol-Bord Y si Dios queda en nada o no existe, te amaré mucho más...

17.9.12

Evangelio según Caro.


  • Feliz todo aquel que no intente hallar la felicidad suprema.
  • Feliz quien no crea en el tiempo como medicina...
  • La medicina es la receta que escribimos cada día.
  • Feliz quien crea ciegamente en la palabra ajena,
  • (feliz, mientras jamás se quite el velo).
  • Feliz aquel que ame hasta que le duela,
  • (feliz, mientras tenga a mano su anestesia local).
  • Desventurado quien nunca llegue a la crisis, porque ignorará las oportunidades.
  • Desventurado quien no posea el antídoto del humor;
  • del humor ácido,
  • del humor negro.
  • Desventurado quien no conozca las tormentas,
  • (porque jamás conocerá la paz).
  • Desventurados los cuerdos que juzguen la demencia creadora,
  • (desventurados, hasta que disfruten sus dementes creaciones).
  • La indiferencia no mata... Ni siquiera sabe hablar.
  • La ignorancia sí mata (en el mejor de los casos, sólo genera analfabetos).
  • El ojo del amo, engorda al ganado (para comérselo).
  • Afortunado quien pueda curarse con agua bendita (incluso de polio, lupus y pedofilia).
  • Afortunado quien no duerma respetando reglas,
  • afortunado quien innove transgrediéndolas,
  • agraciado quien duerma ideando tácticas para modificarlas.
  •  Absuelto de culpa y cargo, quien tenga el hábito de rezar,
  • (absuelto, mientras no conozca la culpa).
  • Aprende a hablar el lenguaje del silencio (haz lo que yo digo...).
  • Aprende a otorgar la razón, cuando el silencio se convierta en necesidad.
  • Aprende a separarte del silencio, cuando te acerques a la razón.
  • Quien no omite, miente.
  • Todo lo leído anteriormente es la pura verdad.



Carol-Bord... Porque YO lo digo.

3.9.12

Convertirse en la mujer que una odia


 Leí una vez que Franz Kafka dejaba de escribir y crear por períodos, que coincidían con sus relaciones de noviazgo y matrimonio. Al mismo tiempo y en lo personal, me hubiese gustado preguntarle a Salvador Dalí, cuánto de su obra, al menos una parte, fue inspirada en Gala.
 En fin. Yo tenía miedo de crear y enamorarme al mismo tiempo. Desconfiaba.
Yo tenía miedo de cambiar. Tenía miedo de convertirme en la mujer que una odia.

Banfield; 2012; Julio, Agosto, o algún mes de esos...

 Parece raro hallar el costado susanístico, afrodisíaco, libidinoso, en un cuerpo que solía hacer fotosíntesis con retazos de la Maison de Santé sin sublimar en la digestión. En un cuerpo que, con la estabilidad emocional de Ema Zunz, pero sin sus tácticas, solía forzar sus gestos en pos de ser vista como cierto fenómeno asexuado, desamorado, desmoralizado; mecánicamente robotizado.
 Forzarse ante la ineludible defensa inconsciente de “romper las cadenas que lo ataban a la eterna pena, de ser hombre y de poseer” (Buscar:“SALIR DE LA MELANCOLÍA).
Forzar(me) para montar un espectáculo que no es el que quiero contar; Que no sé si quiero mostrar; Que me hace lucir como una ideóloga de cartón que ni compraría sus ideas, que ni compraría esas ideas que suenan bien y sienten poco; Que no podría venderlas tampoco.
 Y sin embargo, esta obsesión humana por verse a través de la mirada del otro, que lo lleva al efecto espejo, y luego permanencia de esa visión a través de los años, es lo que siempre nos conduce al callejón sin salida; al círculo vicioso, a darle al público la imagen del papel escénico que esperan de nosotros, pero que en el sincericidio silencioso, nos daña más que la pena al inocente el seguir actuándolo.
 Oscar Wilde dijo alguna vez que: “El mundo es un escenario, pero a la obra le asignaron mal el reparto”. Pobre de Garrick, ávido por vivir una vida que le escape a la escenografía, a la estética. Pobre de Frida Kahlo, que quizá, simplemente se conformaba con un noviazgo tranquilo, tomar el té con masitas, y pintar genialidades sin intervención de tragedias. Pobre del hikikomori, quien cargando el estigma de ser eso que le dicen que es, se mantiene a la fuerza en esa condición, a su más tedioso pesar. Pobre de Ernesto, porque con la importancia de su nombre, no podía tener otra vida...
 Y, bueno, nobleza obliga, pobre de mí. Que me hundía en los sitios comunes buscando ser auténtica sin gloria, que daba todo por creerme la película de Diego Rivera, los chistes pro-poligamia, las frasecitas de canción del rockero estupefacto sobre la imposibilidad de vivir del amor. Pero, ¿por qué ese eco en mi cabeza de que todo lo que necesitas es amor, si en verdad, yo jugaba en el equipo contrario?
 No es una necesidad imperiosa, esta misma, de concluir en que “El amor es el arte bla,bla del bla y sarasa…” Es una necesidad imperiosa de responderle a mi cerebro el por qué verme, de repente, esperando un mensaje de texto, ruborizarme al leerlo, desilusionarme si no llega; ir al encuentro con la impronta de alguna neo Brigitte Bardot, de sentir nostalgia por aquellos diez minutos que pasaron desde el último beso; de tener la sensación y querer vivenciar todos los segundos ese mismo momento; o que el mundo se paralice en el abrazo bajo la lluvia que trae consigo el rejunte de mariposas que todo lo minimiza, que todo lo disminuye; que todo sea sólo frases breves en un libro gordo abierto; que todo sea un electrón en lo infinito del Universo; que la ley de atracción me chupe un huevo; que la ley de la relatividad me importe nada; que las leyes de Murphy para mí no existan; que el mundo se reduzca a dos personas siendo sólo una aquí y ahora pero por el resto de los tiempos; que quiera abandonar mi histórico anhelo de morir joven para ser leyenda, porque prefiero vivir unos años más tomada de tu mano…
 Es esta necesidad imperiosa de responderle a mi cerebro el porqué de todo esto.
De responderle a mis amigas el porqué de todo esto. A ms amigas y a mi madre.
 Pero, fundamentalmente, sobre todo, de responderme a mí misma por qué he de convertirme, con tanta felicidad, en cada una de esas mujeres a las que me dediqué a odiar durante todos estos años...





Carol-Bord...



 

29.6.12

Crónica de una locura anunciada


La suerte de principiante
Uy, ¡mi Dios! ¡Son doce! Como los apóstoles, pero sin un mesías. O bueno, el mesías vendría a ser… ¿yo?. Claro, la guía, el que los acompaña en este valle de los comensales del Club de los italianos. No es que me invada el pánico frente a estas doce desagradables caras. ¡Es que a parte de sus desagradables caras, también estoy atendiendo a un salón LLENO! No es tampoco que sean desagradables sus caras. Digamos, ahora los estoy empezando a conocer un tanto mejor; las caras y el modo en que sus ojos se tornan lagrimosos y sus mandíbulas mueren, son datos infalibles, que hacen que aunque alguien los vea por primera vez, ya sepa que su postre será un Blenders on the rocks, y que sus comentarios serán de lo más alejado a lo que uno, como persona sensata, pretende oír. Son ellos desagradables. Mi jefe es desagradable.
Allí, desde el otro lado de la bisagra que nos ve entrar y salir a nosotras con abundantes platos y bandejas de café, se encuentra la bestia indomable. Se encuentra él; la especie a exterminar; Gregor Samsa. Se encuentra mi adorado jefe. ¿Acaso dije desagradable antes? Ups, debió ser una equivocación… Un “error de la hipotimia” (¿sufrirá trastornos de hipotimia?). Se encuentra él. Quien tiene más condimentos y salsas para acompañar su arte culinario, que personas que aguanten su mirada fija cocainómana.
Sí, gambas al ajillo. Está bien. Sí. Las gambas al ajillo tienen… Ay, señor cliente, qué pregunta la suya… ¡Tienen ajillo!... El ajillo es un, digamos, una este, un, una especia con salsa y este, y papas… AHH estem, ¿la mayonesa de atún?... que qué tiene la mayonesa de atún… Veamos… La mayonesa de atún tiene… Mayonesa, y tiene pedacitos de atún… Ups (¿El efecto dominó con mi jefe me habrá convertido en una completa imbécil?). Mm, bueno. Perfecto; tres gambas al ajillo; un bife de chorizo bien cocido mariposa abundante como para compartir a la riojana pero sin arvejas, en vez de papas fritas papas al natural y los huevos fritos, si puede ser, en un plato aparte; una suprema al roquefort acompañada de una ensalada no muy grande (¿?) de radicheta, rúcula y no tanto parmesano, pero que tengan parmesano, y si puede ser un platito con ajo y aceite… Ah, y otro con limón; Cuatro cazuelas de mariscos pero por favor, que salgan con abundantes bichos de mar (Aquí no me haré cargo; yo soy de tierra); Una porción de ñoquis a la manteca; Una de ravioles de verdura con salsa bolognesa y estofado aparte; Y una  de tallarines a la vóngole, pero por favor, si puede ser, con más berberechos que salsa y estofado también aparte.
Ellos no tienen idea de que mientras debaten abiertamente con más tiempo que neuronas, yo hago malabares para llevar registro con mi birome de lo que ordenarán: trato de no hacer garabatos para que la bestia pop que me paga el sueldo y, a la vez cocina, no me diga que mi letra es ilegible en un tono poco amable; de no hacer tachones y arabescos imposibles pese a la tensión; de no anotar alguna que otra cazuela de mariscos de más (ni de menos); trato de no ser torpe; trato de no ser yo.
No tienen idea, no tienen noción, no tienen sentido común, y no tienen un dentífrico en sus casas que no haya expirado. Es obvio lo que van a tomar, por eso no lo piden. Un López grande, cada tres. Tampoco tienen idea que mi jefe (a quien de ahora en adelante llamaremos Voldemort), nos exige que todas las botellas de vino vacías que saquemos de esa mesa, las coloquemos en nuestra bodega en fila. NO para mostrarles cierto sentimiento de respeto hacia el agua bendita que beben; sino para llevar control de la cantidad de alcohol que están consumiendo. NO para cuidar de la salud de estos señores andropáusicos, sino para  que ninguno se pase de vivo y le quiera  garcar al patrón una botella sin pagarla.
Claro que algunos gajes del oficio son equivocarse de vez en cuando la salsa de tal o cual pasta; el tamaño de tal o cual vino; la medida dietética de la bebida que encargan (siempre, siempre, y nunca falla; luego de ordenar una milanesa a caballo, la bebida será gaseosa dietética, y el postre varía entre bochas de helado o flan mixto). No obstante, me concedo algún changüí e incluyo entre esas equivocaciones, una que a Voldemort lo pone tan contento… EL PLATO DEL COMENSAL.
Lo admito. Me equivoqué de plato. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa… Por eso ruego a Santa María siempre Virgen… (Sé, claro… Una santa maría que tuvo un pibe con el himen cristalino, incluso en tiempos donde no existía la tele). Pero tampoco puedo divagar tanto en mis concepciones de la vida, porque tengo a la bestia peluda parada en frente mío, con tics de drogodependiente en abstinencia, balbuceando todo tipo de calificativos hacia mi persona, menos los lindos. Pronunciando palabras en tonos elevados a los usuales en una persona cuerda, y en resumen: cagándome a pedos porque bajé un pedido en una mesa donde no debí hacerlo.
Pero no todo termina ahí. O mejor dicho, sí. Todo termina en su palabra. No atines a contestarle, incluso aunque tengas razón. A la bestia Pop, le encanta saber que su Tio Mussolini, le ha dejado el legado de la autoridad patronal.
 El comienzo de todo
Por recomendación di a parar aquí. Para trabajar con gente que nació en el rubro gastronómico; para trabajar con gente que la primera palabra que pronunció en su vida fue; “comanda” en sustitutivo de mamá, y “perro” en reemplazo de papá.
La persona responsable de mi aterrizaje paracaidista; de mi desempeño como camarera de este lugar, a quien no daré a conocer públicamente, ni intentaré describir (rubia, con rulos, femenina, amiga de mi madre, habitué del Restaurant, y alguien que sabía de mis aptitudes poco habilidosas), tenía mayor inocencia que ganas de hacerle a Voldemort la vida miserable conmigo como empleada. Claro está que por miserable, entendemos el sólo hecho de emplearme a mí. No es miserable quien paga por la mitad de los trabajos que uno en verdad realiza; por la intensidad horaria que requiere la labor del empleado en días de movimiento; quien vive entre el aceite y el horno y las penas de sacar a flote su concesión a merced de su ánimo de estar embriagándose con algún amigo (incluso, aunque afirme todo el tiempo que sus únicos amigos son los billetes con la cara del Gral. Rocca). Todo por demostrar que puede triunfar como pequeño burgués y asimismo alimentar a sus veintitrés hijos. No por eso Voldemort era un completo infeliz; lo era simplemente por emplearme a mí. Al menos eso decía, y aunque sea verdad que todo era suyo, y que él mandaba, y que sus empleados no debíamos de pensar, porque no nos pagaba por ello, yo sabía en el fondo que él no era así.  Que convivía en él, algún dejo de humanidad.
Y asi fue, pasé de estar deambulando por el mundo de “Rock and roll all night and party everyday“ a ser alguien que toma semejante responsabilidad, aunque mi experiencia como mesera sea tan cierta como la carrera de ingeniería de Graciela Alfano. Y también, creo que haber estudiado teatro toda mi vida, me dio la única herramienta que yo necesitaba para que no me despidieran: Actuar como si lo que exigía mi trabajo yo ya lo supiese hacer. Claramente, algunas veces actúo mejor que otras.
La comanda y el perro… “Voy atrás”
Comanda: Dícese del papel en donde figuran los pedidos del cliente, el cual es anotado de puño y letra por el mozo/moza, y muchas veces criticado por quien debe descifrarlo.
Hay una ley de Murphy respecto a la comanda de la camarera: Cuando creas que tu lapicera cargada de tinta, dejará de escribir, lo hará y no preguntes por qué. Lo hará en el mismo instante que menos lo esperes y será lo bastante molesto como para interrumpir al cliente para ir a buscar otra lapicera, que jamás encontrarás y luego regresar a su mesa, decidida a tomarle el pedido que habías comenzado a tomar veinte minutos antes.
Perro: Acción y efecto de abatatarse, sobrepasarse, según la jerga gastronómica; básicamente cuando vienen hordas de personas (fines de semana), como si se pusieran de acuerdo para llegar todas a la misma hora, y generar en el personal de trabajo sensaciones de pases cocainómanos, en donde se debe hacer todo rápido y bien.
¿Quién dijo que el trabajo de camarera es fácil, o incluso, una “pavada”? Uno ejercita sus dos hemisferios a la vez, la memoria de elefante, las habilidades sociales, las capacidades motrices, la rapidez mental y el estado físico. Todo por… ¡PROPINAS DEL DIEZ POR CIENTO DEL TOTAL QUE GASTE EL CLIENTE! (bueno, a veces algunos clientes fallan en matemáticas, o simplemente, la menor cantidad de veces, falla a secas).
Sin embargo, la efectividad en las comandas, y la superación de ese perro que ladra insoportablemente, es lo que hace que ese diez por ciento, uno se lo gane, transpirando literalmente la gota obesa.
Y también, en el oficio, hay muletillas que sólo de este lado de la cocina conocemos. El término “Voy atrás”; “Voy quemando”; “Voy caliente”; “Voy que pelo”, se utiliza para atravesar esa puerta que conecta a la cocina con el salón, y el motivo de esa utilización, es para no tener que pagar literalmente los platos rotos. A modo de organización. A modo de saber que el otro viene, que me tengo que correr, que aviso cuando voy, que voy cargada, así nadie se interpone. Yo no quiero extenderme mucho en mi advertencia de  “Guarda que voy atrás cargada quemando”, asi que simplemente emito un seco y decidido “voy” o “voy atrás”. Y resuena en mi cabeza una y otra y otra vez. Debe ser por eso que la gente en las filas del subte me mira raro, cuando, en lugar de pedir permiso para pasar, exclamo descontextualizada totalmente:
-“Voy atrás”.
Y bueno, la bestia peluda convive con mi materia gris. Él y su innecesaria mirada vengativa están siempre paraditos, al lado de mis raíces capilares. No lo puedo evitar.                                               Discúlpeme que me extendí, oficial Gómez. Pasa que el sueño de mi vida era ser actriz de monólogos ¡y bien qué lo hago! ¿verdad?. Le conté cómo empezó todo y más o menos, aunque más menos que más, mi proceso aquí dentro. Seguramente, ya hablaremos con más tiempo, traté de resumirle un poco…

-         Mire, señorita Aderña, no tengo el mínimo interés en hablar con usted. Consígase un abogado, que con la escena del crimen que tenemos, va a ser el único al que le interesen sus monólogos. Queda usted detenida.

Entonces Mabel Aderña, se quedó inmóvil, ensangrentada, con “Voldemort” a sus pies, también inmóvil… Pero él, para siempre.


Carol-Bord... en vías de creación de una máquina inteligente capaz de desterrar el mito (¿o verdad?) Mente superior domina mente inferior...

29.5.12

Entre casa


“Cualquiera puede simpatizar con las penas de un amigo, simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima.” (Oscar Wilde)
 
La tarde caía en esa casa, donde las costumbres europeas eran fiel referente a seguir. Costumbres, en todo aspecto, para Silvia, salvo por su padecida condición de soltera a los “treintaymonedas”, pero se refugiaba, (como quien se ubica bajo un poste, por miedo a las quemaduras solares), tomando el religioso té de las cinco, todas las tardes junto a Inés. Ese era el confesionario mutuo, aunque salieran de allí, sin querer saber nada de Padres Nuestros (ni suyos), ni Aves Marías (ni esas aves de paso, de las que siempre se quejaban). Era la dosis diaria de catarsis, donde ambas concluían en que mejor sola que mal acompañada, pero peor sola que “por lo menos acompañada”. Aunque para Inés, no dejaba de ser una vivencia cuasi Constelación, por lo inalcanzable y por su profundo, eterno anhelo de cumplirlo algún día (madrugada, o noche… Le era indiferente).

-         Estás loca nena - Decía firme y autoritaria Silvia- Ya hace tiempo te venís equivocando. Desde que ibas a salita de cinco, si mal no recuerdo. ¿Te refresco la memoria? ¿Entendés lo que es? ¿Quién más se equivoca a tan temprana edad? Ese  compañerito de Jardín de Infantes, ¿Cómo era su nombre? En fin, ese, que mirabas con la misma cara de pedófila que me ponés ahora, te hablaba ¡sólo porque quería robarte las Barbys! Y vos, que creías que era un caballero prematuro por ayudarte a guardarlas después… ¡Pero no! Ahora, ese pibe terminó desfilando en la Comparsa de Gualeguaychú y en andá a saber qué otro Antro de pésima muerte, bajo el seudónimo de “Leila”. Y eso, sin recordarte (de buenita, nomás), aquella vuelta que te enroscaste con ese chef, vaya uno a saber de qué parripollo al paso lo sacaste. Pero se ve que estaría tan estresado el chico, que cuando llegaba el momento de verte a vos, sólo tenía fuerza para marcar el teléfono del Delivery, y nunca le daban los dedos para sacar los billetes y pagarle. ¡Pobrecito! ¿No? Bueno, pobre de vos, que ese fue el año en que no pudimos viajar a Florianópolis porque tu billetera, se había muerto de desnutrición. No tenías ni 22 años, y ya contabas con un pasivo tremendo al borde del veraz, y un Haber de 1200 derrotas. Y no aprendés más, nena, te lo digo porque te quiero, pero no aprendés más, porque…

 Y mientras Silvia parecía estar compitiendo con algún idiota para entrar en el Guiness y batir el récord de decir mayor cantidad de palabras en dos minutos, sin escupir ni repetir, al mismo tiempo, incentivaba a Inés, su amiga del alma, a seguir cultivando sus amoríos. Pero, mientras los labios de Silvia continuaban moviéndose y expulsando sonidos, palabrerío y etcéteras, Inés, pulsaba un “STOP” interno, y subía el volumen de la música en su mente (Danubio azul, tal vez) mientras que su rostro, intentaba demostrar interés en lo que parecía (según sus ojos leían de los labios de Silvia), su amiga manifestaba.

 El problema de las hermosísimas amistades que uno conserva desde añares, es que son tan cálidas como brutalmente honestas. Son como una consulta al ginecólogo: él sabe cada parte que te compone, la conoce mejor que una misma, dice verdades que una desconoce, te desnuda  y está naufragando tus miserias. De todos modos, se necesita de él para prevenirse ante cualquier paso equivocado que una haga, en ese terreno. Se necesita al menos, de visitas frecuentes. Así funcionan estas amistades. Cuando está por pronunciar alguna verdad, aquel amigo, internamente uno trata de protegerse; achina los ojos, aprieta los dientes, siente un “Aquí se viene el Huracán”. Y cuando la verdad, ha sido pronunciada por aquella camarada, hay dos caminos: El dolor indefectible que produce saber que se acaba de develar una verdad (que es algo así como una pequeña charla con el inconsciente), ó la evasión total o parcial de estas palabras (ya sea sacando un conejo de la galera, que cambie de tema, ó escuchando como en el caso de Inés música mental). De cualquier forma, Silvia, sostenía la misma postura:

-    ¿Qué esperás que te diga, Inesita?... ¿Qué te vayas a conseguir a un chongo por ahí, como esas regaladas que ante el primer síntoma de desesperación, se exprimen la anatomía con prendas de encaje o animal print? No lo voy a hacer. Yo lo digo todo por tu bien, lo sabés. Pero mirame a mí, qué bien que estoy. Yo puedo seguir mi vida, sin perder la cabeza por no estar con alguien. Pasa que vos, sos muy Susanita. Siempre fuiste así. ¿Sabés qué patético lo de Gabriela, la chica que vive a tres casas? La chica se divorció, pero parece que le sienta feliz la nueva soltería. Ahora deja a los chicos con una piba que los cuida, y ella se va de cacería. Y ¿Tenés idea a qué hora llega? ¡A las 4 de la mañana, nena! Y ni que me dijeras que vuelve con algún señor importante… No, no, no. Nada solemne. Vuelve con zaparrastrosos que le dan un par de copas (y andá a saber qué le ponen), la llevan a sucuchos y le prepararán esas Jarras Locas que pasan en el Noticiario, para mí. ¿Viste que le ponen Kerosene? ¿Sabías eso? ¿Así querés terminar? Mujeres grandes haciendo papelones. ¡Con qué necesidad! Decí que yo soy tu amiga, que si no… Más vale obrar y hablar con prudencia, es lo que digo siempre.
-       Bueno- decía la bombardeada Inés, como pidiendo licencia para meter bocadillo- Yo no creo que esté dando papelones. Perdoname, pero sólo dije que me gustaría encontrar a alguien para formar mi familia. A veces siento que no estaría mal, sentir que alguien me quiere.  No soy Susanita Silvia, tuve varios errores y es normal. No sé si tiene algo que ver que se haga Gay el primer chico que me gustó en el Jardín de Infantes. Como primera experiencia, capaz no fue de las mejorcitas. Ojo, que tampoco es fácil enamorarse por primera vez ¡en tu vida! y esperar a que te digan que sienten lo mismo por vos, y en lugar de eso, te pidan prestada una Barbie y el pintalabios. No me subestimes.
-         ¿Enamorarse?- dijo indignada Silvia- ¿Ena… qué? – Aquí, por la mente de Inés pasaban respuestas como “¡ENANA, NO, POR EJEMPLO! ¡ENAMORARSE,  PEDAZO DE IDIOTA, ¿TE LO DELETREO? ENA, ENA… E- NA- MO- RAR- SE”, pero pese a su hartazgo y debido a su tolerancia, sólo atinó a decir:
-         Sí, enamorarse. Yo sentí cosas lindas por ese chico. Fue el antiquísimo recuerdo en carne viva de lo que es sentir amor, a tan temprana edad. Las mariposas…
-         Ah, bueno- interrumpió oportuna, Silvia- No entendés nada de la vida, ¿te cuento lo que es enamorarse?. Enamorarse, es ir a un parque de diversiones, subirse a la Montaña Rusa excitadísimo por primera vez, efusivo y miedoso. Efusivo, porque es una asignatura pendiente de cualquier ser humano, y miedoso, porque nunca antes lo habías hecho. Y en ese momento, es donde te decís a vos mismo: “Podría estar haciendo cualquier otra cosa que no sea esto, algo menos arriesgado, como por ejemplo, ver la telenovela de las 4, o mirar cómo las hormigas cargan comida a su hormiguero”. Pero te terminás subiendo. Y a medida que avanza la Montaña, cargada de gente feliz, vos te preguntás “¿y ahora cómo sigue todo esto?, ¿qué carajo hago?”. Y no hacés nada, dejás que fluya. Es ahí, cuando comenzás a sentir un tremendo cosquilleo surcándote desde los pies al pelo, una incansable revolución en el estómago (de ahí vienen las tan trilladas y odiosas “mariposas”), experimentás una rara adrenalina y te empieza a gustar, pero no dejás de pensar en lo peor; en que en algún momento se va a terminar: o porque algún desperfecto provoque la caída de la montaña seguida de la muerte de sus pasajeros, ó bien, porque no vas a estar todo el día girando como un nene de 5 años, arriba de un juego ubicado en un Parque a punto de cerrar. Y entonces frena. Y todavía no caés en cuenta que se terminó. Y mirás a tu alrededor, y todo el mundo grita, está contento. Y vos, sentís que se terminó y que el único recuerdo que te quedó de eso, es una secuela en tu estómago nuevamente; que lo que antes eran mariposas (o temblores) en el estómago, ahora son arcadas de tanta voltereta. Y te bajás, y querés vomitar. Y probablemente, algún día quieras repetir esa experiencia, porque el ser humano es el único que se tropieza dos veces con la misma piedra. Y probablemente lo repitas. Y seguramente, tu sensación al bajarte todas las siguientes veces, sea la de querer vomitar. ESO es enamorarse. Quiero que lo sepas. Dura poco, y encima sale caro. Nunca mejor explicado.
-         Te agradezco por la fe que tenés y tuviste siempre en mí, pero vos estás diciendo cosas que no sentís en verdad. Imaginate por un rato tu vida completamente diferente: Convivir con alguien, o no, pero tener ESE tipo de compañía. Y mientras las cosas vayan bien, no vas a tener tantas ganas de vomitar. A menos que te comas una hamburguesa en Constitución. Pero me refiero a ¿Qué pasaría si dejás de analizar todo tanto?
-         Mirá nena, yo ya tengo mis “treintaymonedas” y no me vas a cambiar el pensamiento. Ojo, que me pondría sumamente exageradamente feliz, que encuentres a tu príncipe y bla bla. Ojo, que no es eso. No. Porque vos no lo decís, pero yo te conozco. Ya sé que pensás que me pongo celosa cuando conocés a alguien, pero no es por mí. Yo lo digo por vos, viste. Bueno, no importa. Yo estoy con la conciencia tranquila, porque sé que quiero lo mejor para vos. Bueno, ya está. Contame qué hiciste hoy.
-         ¿A parte de aprender la nueva lección del día de no confiar más en hombres?- Soltó Inés, riéndose tímidamente, como quien acaba de decir lo primero que se le cruzó por la cabeza, sabiendo que sólo tenía que decirlo en su cabeza. Bueno, no tanto, Hoy confié en varias personas. En un cliente, que me dijo que no tenía billete más chico y me sacó todo el cambio. En uno de los proveedores, que me prometió que mañana pasaba a dejarme lo que faltaba del pedido. Ahh, otro cliente, que vino y como era conocido, le fié un par de cosas que se llevó porque no tenía suficiente para pagarme. Igual, él seguro me lo paga hoy.
-         Ah ¿Sí?. Vas a abrir el local de nuevo, sólo por este tipo?.
-         No, voy a abrir la puerta de tu casa, porque creo que está por llegar para buscarme.
-         ¿QUÉEEEE?
-         Vos lo conocés, le dije que iba a estar acá. Hace mucho, mucho que me viene insistiendo en que salgamos. Es que en realidad, él estuvo mucho tiempo enamorado de mí. O como decís vos, en esa montaña rusa por mí. Y por esas casualidades (o causa) hoy vino a comprar y hablamos sobre lo mismo que hablaba recién con vos. Pero desde un punto de vista más positivo, viste. Y es raro ser más positivo que vos. Pero en fin.
-         Ah- dijo seca y más seca Silvia.
-         Le quiero dar una oportunidad, quizá, antes no era el momento.
-         Ah, claro…- dice Silvia, sin encontrar palabras realmente motivadoras- A ver, esperame que acaba de estacionar mi hermano afuera. Pará, que le voy a abrir la puerta a ver qué quiere éste, que ni avisa cuándo viene.
-         Igual, no creo que haga falta que le abras.
-         Tenés razón. Mirá si me quiere pedir plata…Y… pero no lo voy a dejar esperando, mirá si me espía, ¡o se instala en mi puerta!
 

-         No, no. Por eso. No lo dejes esperando. Decile que ahí salgo.
 
 
Carol-Bord

La misma historia, en dos versiones


Ana sí duerme

 Tan al borde de la niebla perpetua, Ana se entregaba al viento para comprobar que aún sentía frío. Para comprobar que aún sentía. Y lo lograba a menudo. Las horas no avisaban. Las horas no pasaban. Hasta ese entonces, los minuteros y segunderos eran pequeños homicidas en formato de reloj. Y ahora, ni ella misma, podía distinguir cuándo acababa y cuándo comenzaba un nuevo día. Gran secuaz del pasado. Solía hablar con él y empaparlo en preguntas sobre dónde estuvo todo este tiempo.
 No se sentía adentro de ella, ni afuera. Ya había dejado de lado los sobretodos, los sacos tejidos por su abuela (quien hoy, tenía más vitalidad que la propia Ana), los había pospuesto para abrigarse con su frustración. Ese pequeño escalofrío, condenaba a su cuerpo a muerte, al ver que había vida más allá de sus cuatro paredes. Y se potenciaba. Su inconsciente, o preconsciente, o conciencia de a ratos, le informaba por cada suspiro ejercido por sus pulmones que no se había convertido en nada similar a aquello que hubiera anhelado ser. Ana se veía hoy a sus treinta y algo, en su casa amueblada y decorada rústicamente, rodeada de voces internas que tranquilamente podían provenir de algún mandato a cumplir. Ella era eso. Inmueble. Muebles. Mandato atascado en el sendero que no conoce el camino de vuelta. Inmóvil su reacción y un gusto a derrota antes de tiempo. Pensaba que lo más improbable era frenar esa rumia mental que lo único que le decía era todo lo que no logró y nunca logrará (o al menos, eso creía). Se miró en el espejo para conversar con alguien que mantuviese la vista fija en ella. Y se encontró atorada en nada. En nadie. Prefirió hacer un enfoque nuevo, un cambio.
 Se replanteó cómo seguir.
 Encendió la radio y, sin piedad, Almendra le decía “…Ana no duerme, espera el día, sola en su cuarto…”. Conspiración universal.
 Prosiguió con su auto-conversación. Y se replanteó cómo terminar.

Ana sí duerme

 Mientras en la ciudad la gente parecía proyectarse como en una película de cine mudo y en modo acelerado, Ana miraba su propia vida como una fotografía. Extrañaba el momento en que se bañaba en impunidad para vestirse, mezclando medias de red negras (más cerca de asfixiar sus piernas que de cubrirlas), con botas de plataforma rojas y un batido que la beneficiaba por regalarle 20 cm de más. Y veía esas imágenes como quien intenta recordar su primer día en el jardín de infantes.
 Sin embargo, ella era una máquina de generar preguntas al pasado, y con sus treinta y algo, no descifraba cómo ahora se sentía en la obligación de llamar “chica” a una mujer de 40 años (en estos momentos le preguntaba al pasado: “¿Te acordás de cuando el recurso que más usábamos para herir psicológicamente a una mujer, era su edad? ¿Te acordás de aquellos “Vieja chusma” a las niñas de 25 en adelante?”).
 La realidad, Ana, es que esas agujitas que giran y nos parecen sólo alertas de nuestras obligaciones, en verdad a veces (sobre todo en momentos como éstos), cumplen un rol. Pero no hay nada más alejado a ellas en cuanto a autoayuda.
 Entonces, nuestra protagonista, se encontró absorta en el fondo de sus miedos. Se dirigió al espejo. Se asustó: vio una fusión entre su madre y su vecina Porota. El espasmo fue aún mayor, en algunas cosas su madre y su vecina le sacaban ventaja.
Ana, no tenía nada que rellene la plaza restante de su cama, ni nadie a quien repetirle que si no estudia no hay postre, y todas aquellas cosas que cuando le eran dichas a ella, la contestación debía ser reprimida por contar a diez. Se dio cuenta de cuán verdugo podría resultar ese insignificante espejo, al que a diferencia de sus preguntas inútiles al pasado (como aquel que le conversa a un ficus), podría ser combatido.
Su primer paso, era marcar sus prioridades y comenzar a amigarse con aquella vida social que en algún otro mundo solía tener. Sintonizó la radio. De fondo, Almendra. “Ana no duerme”. Y cuando sintió que podría plasmar en el papel algo más que garabatos (que la llevarían al neuropsiquiátrico sin escala), oyó el fragmento de la canción “…Ana no duerme, espera el día, sola en su cuarto…”. Clave. Su más natural reacción mientras sentía una conspiración universal contra ella, fue la de regresar al baño y dar el primer paso en su camino al cambio.

Comenzó, entonces, a sociabilizar un poco más de cerca con dos amigos a los que veía más seguido que a su padre: Valium y Diazepam. Y se olvidó que no había escrito nada en su lista, antes de quedarse dormida.


Carol-Bord La vida puede ser una comedia, o una tragedia...

Retrato del bobo



 Se rompió el puente y me caí. Y me sumergí en las olas menos cercanas a míticos icerbergs y punto de partida. Lo peor, es que eran olas color ocre, y yo nunca supe qué era precisamente el color ocre. Incluso, desconociendo, me parecía insulso, insípido. Decir “ocre”, como el que saca al campo de juego al “colorado”, para mandar al descenso al original rojo. Ocre, para mí inútil, absurdo. Absurdo como disgustarse frente a un plato culinario que uno jamás probó. La idea fija al brócoli, sólo por tenerlo a pocos centímetros. Sólo idea fija.
 El ocre raro, también porque esas olas lo habían escogido a él. Ni siquiera a un azul Francia, aunque también sea de público conocimiento que la bandera francesa tiene el mismísimo azul que la estadounidense. Debe ser porque de los yanquis es el mundo, entonces el azul raro, ése azul raro, le pertenece a los franceses, como así también el mayo revolucionario. En fin. Nada más desagradable que el ocre. Y verme a mí mismo hundido, fundido, nadando de noche… ¡Ocre!
 Lejos de casa y pensando en ella. En qué habría sido de mi vida junto a su terquedad, que con sólo mirarme, predecía asquerosamente que íbamos a caer del puente; que ese puente no iba a transformarse en muro, pero que iba a esfumarse de nuestro camino, como lo que rozase el triángulo de las Bermudas. Y el puente expiró. Y con él, mis deseos, mis proyectos, jolgorios. Pero también mis penurias, mi angustia crónica. Porque lo único que prevalecía en esta emboscada, era olvidarse de todo por algún rato para nadar de noche y resguardar mi ¿valiosa? Vida. Era una prueba del destino (¿lo era?). Era una burla, no me jodan.   De todos modos, ¿qué hay, más trillado que el mal hábito humano de culpar al machacado destino?. De otorgarle entidad, piel, ojos, manos y un cerebro maldito que decide cómo serán nuestras vidas y con qué asustarnos. De darle vida, como al Estado, como a un Dios. Pero yo no soy distinto a ellos, y seguiré esa misma línea de plagio universal diciendo que sí. Que el destino me puso a prueba efectivamente; que quería reflejarme de rodillas, cara a cara con el cristal de mi pulsión vital. Quería saber, el destino, si lo que yo buscaba, era vivir. Parecía como si el chiste mpas grande de mi vida, hubiese encarnado en la ola color ocre, para verme luchando contra molinos de viento, con la fuerza que solía tener, y que ella, por error, guardó en su maleta. Y finalmente, cuando toqué el fondo del cliché, me sentí vacío… Pero tapado hasta el extremo de agua; contuve mis ganas de respirar, porque aunque quisiera, esas estúpidas aguas ocre me lo impedían. Yo era un ave de paso atorado bajo los escombros de esa porquería de puente maldito, pero nada amedrentaba mi ánimo de quitarle al mundo un poco más de ácido, para tomármelo de vez en cuando en el desayuno, por algunos años más. 
 Nada me detuvo: Yo quería vivir. Pero, claramente, mientras yacía como un sobreviviente fracasado, sentí como si alguien me tirara bruscamente de los tobillos, y luego me disparara un golpe de aire en la cabeza. Era lógico. Estaba despertando de ese siniestro oleaje ocre, totalmente consciente de haber luchado estoico, con el peligro frente a frente. Desperté con dolor de cabeza, pero consciente de mis sueños. Y en verdad comprendí que todo lo que estaba sintiendo, y todo mi reciente accionar, no era más que un error.   Ella era un error. Entonces, decidí que la llamaría para escupirle al teléfono, vomitar en su recuerdo, contarle que opté por dejar de amarla.
 Me sentí en soledad, pero triunfante.  Recordaba, mientras caminaba hacia la cocina a preparar el peor de los cafés que alguien pudo hacer jamás, a mi madre. Recordé a mi madre en mi andada matutina, y a sus consejos de absolutismo de gurú infalible. Colocaba una cucharadita de azúcar en la taza, y una de sus frases felices me pegaba una piña:

-“Te avisé”- Colocaba la segunda cucharada, y la frase protectora, ahora era:

-“Nunca me gustó esa piba, y siempre te lo dije… Es tan vulgar…”

 A la tercera cucharada sopera de azúcar, mientras mi pulso de neurótico normal, me abandonaba para cederle paso al psicótico brotando, el enunciado materno (de esos que se dicen porque se quiere al hijo), era:

-“Pasa que vos descuidaste la relación, también. No la justifico porque nadie me da tan mala espina como ella. Era yegua. Pero vos te ausentaste mucho por trabajo, por andá a saber qué. Y a ella la endulzó ese perejil de su compañero, con el verso de sátrapa, de amigo que quiere llenar los vacíos del abandono conyugal. ¡Si me lo habrán hecho a mí también en toda mi vida! ¡Embusteros! Y esa yegua agarró viaje, Fabricio. Pero no seas necio, hijito, admití que vos tuviste la culpa. Muy puritana no era, ya te acordás cómo la conociste. Pero…”

 Tiré el café a la mierda, por lo feo y porque ya estaba bastante despierto. Caminé hacia el living, dispuesto a discar el teléfono y decir todo lo que mi autodestrucción nunca me permitió; dispuesto a ser la contracara de mi lineal conducta de perro faldero; listo para decirle cuánto me alegraba el fin de lo nuestro. Y cuán feliz me hacía haberla superado.
 Sonó tres veces. Atendió él. Y fue un dolor bajo.
-Hola, ¿me pasás con Romina?- dije, entrecortado-.
No respondió nada, pero supuse que mientras le informaba a ella de mi espera en el teléfono, tapaba con los dedos el aparato, para que yo no escuchase lo que estaba oyendo perfecto: “El pesado”, dijo. Y atendió Romina:

-¿Qué querés ahora? ¿Qué pasa?  –furiosa, con un dejo de molestia, que más que dejo, era una tonelada-.

-Hola, Romi. Llamo para decirte que… -soy tan patético que quería parafrasear la canción y decirle “Llamo para decirte que te amo”, porque en ese momento se me nubló la mente, y olvidé el verdadero motivo de mi llamado. Lo olvidé por completo. Entonces, la inercia, como si yo fuese su marioneta, respondió por mí:

-Romina, quería decirte que, o sea, te estoy, digamos, te estoy llamando, sí yo te estoy llamando, porque resulta que en realidad…

-Dejá de llamarme –interrumpió mi indecisión- Dejá de joderme o te denuncio, llamo al neuropsiquiátrico, de donde nunca tendrías que haber salido, llamo a la policía, hago que te encierren. ¡No me molestes más, imbécil! No sé… Te va a buscar Hernán a tu casa en cuanto sigas hinchando, y se te van a ir las ganas de llamar. ¿Me escuchaste?


-Romina, tranquilízate, por favor. Necesito verte –rompí en llanto- Por favor te pido. Necesito verte, te extraño como nunca. Romina por favor… ¿Vamos a tomar un café?


Carol-Bord Y yo desperté, queriendo soñarla...

14.5.12

Violencia... ¿es mentir?

 Caminando por la calle, con la famosa laguna mental como aliada, me topé con un graffiti que afirmaba: "La violencia es el néctar de los ignorantes". No logro entender todavía si lo que se remarcaba era cierta perpetuidad de la masa ignorante, al tomar la analogía mitológica néctar-elixir  o se buscaba destacar, que lo único que pueden producir las mentes ignorantes es violencia. Y sin embargo, no hace falta caer en la bolsa de lo socialmente legitimado como ignorante. Para nada ignorante es la elocuencia publicitaria que apunta con dardos y balas a la mente inferior, la cual es violentada; empujada a buscar tener, por cualquier medio, eso que no necesita. Violencia es tener que esperar que el sistema legislativo comprenda, que un señor con adicción al forzamiento ejercido para tener sexo con mujeres, no se cura con seis meses de encierro, como un engripado que tome Ibuprofeno. El juego de roles víctima-victimario, a lo largo de la historia universal, termina siendo bastante violento. Los hebreos dejaron en claro, en la antiguedad, que la pena valía sólo para el que ejerza el acto de violación, no así para la víctima. Sí, valía aclararlo. En Grecia, el violador, como sanción moral, debía contraer matrimonio con su ultrajada. Condición necesaria para que sigan con sus vidas.En Roma, luego de ser fundada mitológicamente por los hermanitos fruto de una violación, se dejaba bien en claro que el mayor disfrute en esa relación de subordinación, lo sentía la sometida, la víctima. Era ella quien tenía culpabilidad total del hecho y su violador, simplemente uno más del montón. ¿Pretendíamos un desafío a la historia, al creer que sería imposible, escuchar por nuestros tiempos que una atorranta fuera de contexto, con escote y rimel estaba buscando en verdad, tentar a la animalidad masculina? Ilusos. De allí parte la necesidad imperiosa, de instruir a nuestras chicas en materia socio-sexual; explicándoles que cuando salgan a la vereda a comprar pan, puede que haya algún que otro señor con una animalidad desarrollada al extremo, y que en esos casos, ella es quien debe tomar recaudo, estar prevenida, gritar para que nadie la escuche. De allí parte la obviedad de no tener que instruir a nuestros chicos en materia socio- sexual; siendo innecesario explicarles sobre su no- deber de forzar a ninguna señorita, ya que las verdaderas victimarias son ellas.
 Los estamentos, las clases sociales, y el análisis que sobre ellos recayó por los siglos de los siglos, también nos muestra que no sólo algunos expulsan la violencia como néctar. Aristóteles, discípulo de Platón, confirmaba la  necesidad de esclavitud: "Así, el ser que con su inteligencia puede prevenir las cosas es un jefe natural y por naturaleza dueño, y aquel que con su vigor corporal es capaz de realizar las cosas, por naturaleza es un subordinado y es esclavo por naturaleza...". ¿Acaso estos fueron antecedentes históricos para el materialismo histórico? ¿Acaso fue un antecedente para que Lombroso  estableciera luego, las características físícas de un delincuente, afirmando y recontra afirmando que algunos nacen para amos, otros para esclavos, otros para el encierro y los restantes para ser reconocidos y exitosos? Una amiga me diría que la básica soy yo, que cada cual se adecua a sus tiempos y acorde a eso, desarrolla sus ideas. Bullshit . Lo cierto es que pasaron dos milenios, mutaron los sistemas, pero lo único que cambió fue la moda. Eso es violento. ¿Marx era un lunático, diciendo que sin conflicto no habría cambio; que sin violencia, no habría bienestar? En efecto, no lo era. ¿La Revolución Industrial no fue violenta? Probablemente para el imaginario social no lo sea; probablemente signifique el paso a un nivel de mejoría socio-económica. Pero también, probablemente, sea una fría y violenta revolución en donde a parte del paso de trabajo manual, a productos manufacturados, primaba el hacinamiento, las carencias, la explotación infantil.
 La violencia no define a los ignorantes, sino los produce. Los moldea como más les guste, incluso, haciéndoles creer, que ella realmente es una piña en el tabique, o un insulto, o un malentendido en mentes susceptibles. Sí, violencia es mentir (nos). Violencia también es aplaudir al Nobel de la Paz, con bases militares en el mundo.Violencia es estancamiento a través de los años. Desde golpear como primitivo, un artefacto que dejó de funcionar, hasta alimentar, pacíficamente acomodados desde nuestro living, los golpes bajos de un sistema que tan bien le hace a nuestra dignidad.

"La violencia, es el miedo a los ideales de los demás" (M Gandhi)

 Carol-Bord En un mundo en el que nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia la practicamos a plena luz del día...

12.5.12

¿Desde qué lugar se escribe sobre rarezas?

Un concepto sociológico, afirmaría, que lo que se trata de buscar es el costado natural de todo evento social, porque, escarbando un poco, se encuentra uno frente a frente con lo culturalmente impuesto y lo poco natural que eso resulta. Desnaturalizar lo social; quitarle la carga establecida a los hechos sociales, verlos con ojos realistas que analicen si en verdad, por inercia, un hombre se apalea con una mujer, y repentinamente, lo anti-natural termina siendo la unión hombre-hombre o mujer-mujer. Lo mismo sucede todo el tiempo. 
 De lo anti natural, o poco aceptado por criterios propios, es que surge una nueva problemática: Lo raro. ¿Hay rarezas objetivas? Se presenta de rara forma la respuesta; lo que le escape al consenso del que hablaba Durkheim, es raro. 
 En un ghetto, sin lugar a dudas, será raro divisar a un señor con sotana, deseando felicidades un 31 de Diciembre, e incluso chocante (quizá más chocante sería divisarlo fuera del ghetto, entablando íntima afinidad con menores de edad).                           
 En la India, seguramente, observar a una familia reunida en una mesa, rindiéndole culto al “aplauso para el asador”, sería no sólo signo de desafío demoníaco, sino también un panorama digo del destierro.  
 Y sin embargo, mi ojo autocrítico que rara vez se decide a admitirse equivocado, también encuentra raro, escucharme emitiendo frases del tipo “Esto es raro”; “Vos sos raro”; “Es muy raro”, y etcéteras. Claro está, que uno (lo admito; decir "uno" es cosificar al sujeto que es uno mismo en verdad, para quitarle la angustia que produce asumir que en verdad "Soy yo quien hace eso"), como decía, las personas, parten del lugar dogmático en que se sienten, del Evangelio Sociocultural. Pero la problemática se torna aún más intrincada, cuando la contratapa del Evangelio nos muestra a otro individuo señalando con el dedo acusador, las rarezas halladas en nuestra conducta. Levantarse de una confitería (que a diferencia de los dinosaurios, existen incluso en el siglo XXI), voltear para confirmar que no se ha cometido ningún olvido, y tomar varios terrones de azúcar Y/o endulzante dietético. Probablemente, le resulte sumamente raro al señor moralina de la mesa de al lado, quien internalizó, a su vez, como acto natural, tener empleados en negro. 
 Y mientras tanto, me suceden estas vueltas de rombo, girando entre las reflexiones filosófico-baratas, para desembocar en que no he de inventar la pólvora, pero sí, acabo de llevarme un chasco prematuro. Que pone a prueba mi nivel de ego, de una forma totalmente cruda: comprender que mientras le busco lo raro a lo cotidiano, para hacer más amena mi realidad, hay otras personas encontrando rarezas en mis búsquedas de felicidad, o simplemente (y a libre interpretación, si eso es mejor o peor), en mi persona.




Carol-Bord Rara como encendida...

3.5.12

De absurdas atracciones

 El blanco de atracción de los seres humanos, es tan variado como cuestionable. En medio Oriente, por ejemplo, las mujeres ven el mundo tangible, con menos claridad que Stevie Wonder; sus velos son emblema y respeto... Y eso al macho ha de excitarlo demasiado. En China, el famoso suceso que recae sobre las bebas recién nacidas, con sus cajitas como cárcel de pies, a fin de que los mismos no crezcan demasiado, dio lugar a que los hombres chinos, antes que mirarlas a los ojos, o mediomirarlas, espíen minuciosamente si los pies femeninos, son lo pequeño como para invitarlas a salir. Claro que el fetiche del pie, no muere en Asia. 
 Los occidentales, por ejemplo,  dependiendo desde dónde se mire, tienen prototipos muy definidos y siendo, por definición, el centro umbilical del universo, convierten a sus gustos culturales como los únicos posibles. Un anglosajón, indudablemente, hará culto al pollo frito, y en ausencia del mismo, a la mujer estilo Baywatch.
 Un boricua, tendrá una tendencia a la fijación visual (y acaso perdición) sobre las prominentes caderas femeninas. Bajando un poco más, llegando hasta nuestros pagos, es claro que, el objeto de deseo que pertenece al otro objeto de deseo denominado mujer, que quita el sueño y estabilidad masculina... Me perdí; Los hombres ya no miran más el culo y las tetas. No lo miran más, o los piropos que en mí recaen son: o bien falacias, o bien mi cabeza que crea personajes que emiten cosas elegantes (pero no irreales) que quiere escuchar. Todos personajes por mi desconocidos y distintos. Buenos Aires, Argentina. Año 2012.

1) Realmente, el color rojo en los labios, te sienta muy bien.

2) Debo admitir que tu piel es muy linda; muy suave.

3) El mechón rubio te queda muy bien.

4) Tu ombligo es excitante.

 Seguiré, pues, buscando motivos a estos dichos; seguiré formulando hipótesis conmigo misma. Preguntándome ¿me tomarán el pelo?, Si lo hacen ¿se tomarán un Uvasal después?; ¿Lo dirán en serio, y son los nuevos hombres del S. XXI, que reconocen los colores en los labios femeninos; distinguen cuándo una fue a la peluquería, detectan la textura de una piel sin siquiera tocarla, y se estimulan con ombligos?

¿Sos vos, o soy yo?


Carol-Bord Yo estoy al derecho... Dado vuelta estás vos.

30.4.12

La marcha de la bronca

"Moriría antes que divorciarme de ti..."


 ¿Qué es lo que ata a hombres y mujeres entre sí, a la hora de revisar el inventario, que los condujo hacia la triste emboscada de tener más pérdidas, unidos en sociedad, que un Blockbuster en el siglo pirata?
 ¿Qué los lleva, a algunos, a caminar por esos tres estadios, mucho más frecuentes que los del duelo, en donde el resultado no es más que una sumatoria de elegantes y no tanto puteadas (en algunos casos utensilios de por medio, que pueden variar dependiendo del estatus social, desde ceniceros de cobre hasta simpáticas facas), años de pretenciosos reclamos, y  auto reproches que en muchos casos conducen a la resignación de quien pudo haber sido Miss Universo o Premio Nobel, de no haberse unido en matrimonio con semejante sátrapa?
 Si bien, es algo precipitado preguntarse para qué tender la cama, si cuando me acueste la volveré a desarmar (en caso de no consumir sustancias blancas), por otra parte, es lógico preguntarse para qué tender la cama, si ya sé que la voy a desarmar. En el ínterin suceden obstáculos, a saber: Comenzar haciendo la cama, entusiasta y animado, como un maestro zen ante la bendición del nuevo día, y notar que nos nace desde lo profundo, una atracción perseverante hacia otro quehacer doméstico, como barrer con una escoba recién comprada, o planchar la camisa nueva. Nada te ata a culminar con esa cama que tu propia conciencia te dictó hacer. Sin embargo, insultando al éter, al aire, al gobierno, seguís tirando de una sábana que no cede; que no se estira demasiado. Seguís. Y querés usar la escoba, pero tu ego no permite admitirte frustrado, ante el fracaso de la actividad que venías realizando. Y seguís. De tanto manipular la sábana, dejás algunas secuelas en forma de manchas, que un meticuloso no hubiese permitido jamás. Quizá no sólo meticuloso, sino simplemente, un ser humano con constancia. Y sin embargo, bajo el cliché de siempre (o nunca), la reflexión es que a nadie le apasiona el armado diario de una cama que, continuamente estará en uso, a menos que duermas afuera todas las noches para evitar que se deshaga. Un mal de muchos, no es consuelo de tontos; sino incentivo a que te quejes con fundamento, y huyas despavorido a barrer la cocina, o a que prosigas en tu tarea de la cama, sin quejas ni culpa, distinguiéndote ante la muchedumbre mediocre, que quiere una cama de seda, impecable, sin el mínimo esfuerzo. Habrá que dejar de palidecer de miedo ante el compromiso que asumimos (estadio uno), evitar los berrinches de niño sin dulces cuando ya estamos comprometidos (estadio dos), y abstenerse de tirar dardos, con más bronca que firmeza, al rostro de aquel que fue elegido como objeto del compromiso (estadio 3).
 En resumen, si tu idea es la monogamia, no seas el perro del hortelano, y asumí la responsabilidad que se resiste a la psicopatía crónica del insatisfecho. Pero, por lo contrario, si estás pensando que el mundo sería menos cruel ante la ausencia de condicionamiento social (como hubiera anticipado el Profesor Reiner, del maestro Fontanarrosa), el abandono del hasta que la muerte te separe, y la demonización de infidelidades, simplemente, dejate de joder.

http://www.youtube.com/watch?v=5ceENVh5WnA


Carol-Bord Sin anestecia, por la indignación que me produce la extrema tolerancia de algunas personas...

26.4.12

Depende del cristal con que se mire

"Desde el punto de vista del sur, el verano del norte es invierno.
Desde el punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía.
Donde los hindúes ven una vaca sagrada, otros ven una gran hamburguesa..." (E. Galeano)



 Depende la situación, a veces soy Teresa de Calcuta, y otras, el anticristo...


 Del día, va a depender mi odio, o el destinatario de mi odio: En algunos, odio mayormente a la burguesía dominante; en otros me irritan a las compañías telefónicas; en otros,  las mujeres sumisas; en otros al elenco de Dulce amor, y en otros, simplemente, a Marina Calabró.
 Dependerá de mi estado anímico, mi estado de salud emocional después de escuchar  Radiohead. Si venía medio deprimida, termino muerta, ahogada con un tenedor tramontina, preferentemente. Si venía feliz de la vida, termino simplemente muerta.
 Depende mi ubicación geográfica en determinado momento del día, va a ser mi reacción cuando me cuenten de un accidente de tránsito. Si lo veo por la tele, simplemente pienso “Pobre, tendría problemas…” Ahora, si yo estaba arriba del tren y una persona se arrojó, pienso que habría que instaurar un plan de "38 para todos", y ponerle fin a el juego siniestro de complicarle la existencia al universo como última voluntad en vida.
 En otro momento histórico, por el simple hecho de que sospechen que seas hereje, o denominada “bruja”, ibas a parar directo a la guillotina. Hoy, año 2012, le das un mazo de cincuenta cartas a una señora con nariz prominente (precisamente, con alguna deformidad albergada en ella), y tenés una hermosa tarotista que gana igual por tirada que una camarera.
 Depende la corporación política que te pague, es tu forma de ver la realidad; Si sos 6,7,8 vivimos en el país de las maravillas; Si sos Grupo Clarinete, Cristina tiene la culpa de que se me encarne la uña del dedo gordo. 
 Depende de la cantidad de borracheras que lleve a cuestas, será mi forma de digerir el tequila; después de ser consumista de tequila por dos pesos en antros nocturnos, de hacer culto al “tequilazo”, llega un momento de la vida en que indistintamente de que vayas o no a tomarte un tequila, el limón y la sal ya te dan arcadas. Por el contrario, si es la primera o las primeras veces que lo tomás, es el mejor y más efectivo trampolín a tu lado ebrio. 
 Depende como se mire, capaz Romeo tenía miedo que lo acusen de matar a Julieta y por eso se mató, y nos venden una historia romántica… O capaz se mató porque estaba hasta las manos en el Veraz. Depende como se mire, capaz los tres ositos del cuento, eran proxenetas y le vendieron la historia al mundo de que la nena que entró en su casa, les comió todos sus alimentos, y les usó sus camas, era una maleducada y desubicada. Depende como se mire, si la Cenicienta hubiese calzado 45, capaz el príncipe, bajo la conjetura de que la dama poseía dos canoas como pies, no la salía a buscar en absoluto. O si hubiese tenido un dejo de desagradable  aroma, capaz que en lugar de salir a buscarla, le mandaba un Lisoform desinfectante por correo. Depende mucho, si Pinocho, como se cuenta, en plena adolescencia y etapa del acné, se hubiera dado en abundancia auto satisfacción, Geppeto lo habría enterrado por quemaduras severas. Si Dr House hubiese sido un tipo políticamente correcto, ortodoxo, reservado, sano y padre de familia como su personaje en Stuart Little, en lugar de padre del Vicodin, el programa no habría llegado a cumplir una sola temporada. 
 Depende de la etapa de tu vida, va a ser tu forma de ver el psicoanálisis. Cuando sos chico, y es la primera vez que escuchás o leés del tema, te deslumbra: Pensás que es ¡re loco!; que ese “inconsciente” del que hablan, es un aparatito que está en tu cabeza y sale en los sueños para decirte que tenés fantasías sexuales con el kiosquero senil de tu barrio.   Cuando sos más grandecito, indagás en el tema y te das cuenta que todos los chistes te hagan van a tener un doble sentido y te volvés paranoico; que el hecho de que sueñes con materia fecal (como significa plata), va a hacer que te ganes la lotería y te volvés jugador compulsivo; vas a querer encontrar lo reprimido hasta en la forma de los nudillos de tus manos y te vas a que te lean las manos; te volvés un completo idiota por creerle a tu profesora d psicología todo lo que te dice. Cuando sos adulto, empezás a preguntarte si elegiste a tu pareja porque es idéntica/o a tu mamá/papá… O si es todo lo contrario… Y finalmente, cuando empezás terapia vas creído que te va a curar las secuelas que te dejaron mamá y papá… Y te das cuenta que ¡todo se reduce al pito!


      "Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira" (William Shakespeare)



Carol-Bord Depende el día; a veces Border... a veces, loca, a secas.

Un corazón... Duro porque sí

 Recuerdo cómo su mirada me volteó, escuché hoy en una estrofa, que durante mi vida canté más cantidad de  veces de las me voltearon miradas. Ineludiblemente me llevó a vos. No precisamente al día en que me mandaste al descenso, sino reconstruí la tarde en que me confesaste que te casarías con la primera hija del fletero que se te cruce. Suficiente la suma de tus partes y esa frase memorable, para que la niña platónica que se armó una carpa en mi geografía, te conserve así de inalcanzable. Quizá lo inalcanzable le escapaba, en verdad, a que mi padre no manejara fletes de mudanza; más bien mi atracción por esa falta de acceso a vos, era justamente, la falta de acceso a vos. Los que idealizamos, no encajamos entre nosotros. Somos como una cruz, citando a una vieja amiga, porque no somos más que dos líneas que se chocan en un punto. Somos dos polos negativos: iguales, que se repelen. Te reíste de mi. Por descubrir una tarjeta de X terapeuta en mi riñonera, desconociendo que el motivo de mis encuentros con ella, eran decisión de mamá y papá, por salir desviada; marimacho y fumaporro.
 Y como Guillermo Tell, pero apuntando a mi cabeza, me dejaste muy en claro que seríamos amigos. A lo que mi costado más dotado de orgullo, retrucó (disfrazado de conformidad):
-Seamos amigos... Con derecho a roce - quizá mi neohippismo rollinga, descartaba la utilización de una jerga más adecuada a mi edad y menos cercana a la de las Doñas Pochas-
 Y de esa forma, transcurrieron nuestras tardes desopilantes de plaza; nuestras mañanas de indiferencia colegial; y nuestras noches de zigzag; perdiendo en lucidez, lo que ganábamos en compañerismo.
 Y cuando, finalmente, tu cosmovisión del mundo me incluía en sus planes, a la pendeja platónica que vive adentro mio, se le fueron las ganas de sentirse sanamente deslumbrada (o amparada de una vez por todas).
 Aunque hoy sé que, quizá, los equivalentes idílicos no vayan toda la vida de la mano, la sensación de haber dejado huérfano todo mi penar, aunque sea por esos momentos en que tu ternura me sentía mucho, nadie me la quitará. Nadie es capaz de matarte en mi alma.
 Y dudo que alguien más, sea capaz de verme el alma y aceptarla tal cual, inundada de miserias; nadie como vos, capaz de ver mi luz, iluminarme y acomodarme el alma. 




Carol-Bord Siempre fui menos que mi reputación...

23.4.12

Con fecha de vencimiento

 Desde la existencia del hombre, que el mismo, una vez que inserta su cuerpo material en el mundo, debate sin descanso, obstinado, acerca de la muerte. Nace, y desconoce durante un tiempo que, pese a aparentar ser una especie de Marilyn Monroe en miniatura, por la demanda de todo quien lo rodee, está destinado a perecer algún día, del mismo modo natural que apareció. Eso, según dicen, nos diferencia de los animales. Ni el trillado raciocinio (aunque sin él, no podríamos saberlo), ni la capacidad de explotar la naturaleza, ni el lenguaje oral, ni la capacidad de hacer uso de camiones atmosféricos.
 Lo único que sabemos es que llegamos para irnos. Es entonces que en esa toma de conciencia, muy alejada a la conciencia de clase, empezamos a filosofar sobre el sentido oculto de la muerte en nuestra vida "Cuando nosotros somos, la  muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos"; o a poetizar con manchas de muzzarella como "Sin ti la vida se me va..."; o a temer que la parca nos gane de mano antes que cantemos "Piedra libre para todos mis compañeros"; o a huírle tomando recaudos, como quien se escuda tras cuarenta cerraduras, chequea cinco veces consecutivas haber cerrado la perilla del gas o apagado la plancha de pelo y evita el contacto con la comunidad biótica a fin de no morir antes de tiempo; o, por el contrario, vivir al límite... abriendo la heladera descalzos, por ejemplo. La realidad, es que muchas veces nos creemos tan impunemente vivos, que, incluso sosteniendo, al lado de un féretro que "no somos nada", creemos fehacientemente que a nosotros no nos va a tocar.
 Más allá de la humorada negra que uno le pueda otorgar, me sucedió hace pocos días, presenciar el velatorio de quien fuera el abuelo de una de mis mejores amigas. Claramente, ella y toda la familia, estaban devastados. Pero a causa de ese quiebre emocional que produjo la pérdida, noté en el ser humano cierta tendencia que, de la mano con la muerte, pareciera estar en los genes del ser humano: el auto flagelo.
 ¿Costumbre occidental antigua?, ¿culturalmente necesario?. La globalización parece estar surtiendo efecto en nuestra sociedad aún más: Ya no sólo nos contentamos con pedir gusanos en Casas de comida rápida, sino también, le otorgamos al acto de despedida carnal de un ser humano, la misma carga solemne más cercana a una boda, que a lo que debiera ser, a mi juicio, un adiós corto y conciso como coito precoz.
 No fue en este caso particular, en el que el servicio de lunch se hizo presente, mientras los invitados platicaban sobre "Lo bueno que era..." y el mencionado "No somos nada" y mechaban con chusmeríos de la Pocha y demases. Pero sí, el modismo fue prácticamente el mismo; una velada de casi doce horas. Doce horas en donde, la moral de los más dolidos se iba por la alcantarilla, y los minutos que pasaban eran útiles solamente para procurar fijarse la vista al cajón abierto.
Creo que fue causal, que días previos a la mala noticia, una amiga dijera convencida que, tras la ruptura con su pareja, le sería más fácil afrontar una pérdida material, por muerte, que ponerle el pecho a la dolorosa separación de una persona que seguirá con vida, pero ya no con ella.
¿Será realmente así? ¿Preferiremos saber que una persona está muerta literalmente para asesinarla en nuestro inconsciente, o será más difícil continuar viviendo, sabiendo que un ser amado ya no nos ofrecerá un mate, porque solamente podrá hacerlo en nuestro inconsciente?.
¿Nos duele el ego que quienes queremos no nos sean correspondidos, y por eso preferimos pensar que simplemente murieron, o realmente, la real concepción de muerte, asi como para los hindúes, no es mas que el comienzo de otra cosa? Y si fuese asi ¿qué nos empuja siniestramente a obsesionarnos con la pérdida que ya no tiene vuelta atrás, si lo que iría contra natura, en todo caso, sería la inmortalidad?.
Entonces ¿es verdad que nos diferencia de los animales que seamos tan conscientes de la muerte, si cuando nos toca de cerca, nos paraliza los latidos como si desconociéramos que el curso natural de la vida es ese?.
¿Será que estamos siempre mejor preparados para morir, que para ver morir? ¿o más que una preparación, será la facilidad de despojarse del mundo, dejando atrás (a menos que tu apellido sea Menéndez o Massera), un pequeño universo que lo llorará indefectiblemente?
 Seguramente, sea más fácil dejar que ser dejado, asi como morir que ver morir, la cuestión es, poder romper con las cadenas que no se cortan como un cordón umbilical, que nos atan siempre a la dependencia, por pequeña que sea. De otro. O en su defecto, de nosotros mismos...




Carol-Bord Is Easy to leave than to be left behind...



21.4.12

¿Qué es la felicidad?

 Según la RAE, la felicidad es el "Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien" Coincidimos que la felicidad se entiende como el estado del ánimo en donde se disfruta de lo que se desea; es satisfacción, dicha, contento.
 Algunos la conciben como algo supremo, como algo absoluto e inalcanzable a lo que se aspira, pero que partiendo de que sea inalcanzable, va a ser al pedo todo esfuerzo que se haga por conseguirla. Otros, la conciben como un ente abstracto mutable; es decir, soy feliz ahora que estoy escribiendo estas pavadas. Hay una sobrevaluación de la felicidad, que al creer que cuando se alcanza será invariable y suprema, dejando de lado que es posible estar feliz de la vida escuchando un buen disco, y a los cinco minutos maldecir a todo el planeta porque la lluvia me arruinó el pelo. Hay personas, que increíblemente parecen no tener oscuridades, ni ser sombríos. Pareciera ser que jamás dijeron malas palabras, que nunca probaron drogas, que ni piensan en masturbarse. Son puros. Pareciera que la felicidad los alcanzó con una ronda inmortal de Canabbis, como en el caso de Claudio María Dominguez.
 Todo el tiempo, tratamos de hacer cosas para ser felices. Mientras tanto, en esa búsqueda que no permite GPS, nos vamos contentando con pequeñeces en el camino, como es debido. Como aún Susanita no conformó su nido, se contenta con saber tejer escarpines; Como un catalogado “loco” aún no es considerado apto para la sociedad, se contenta como niño con caramelos de todo lo que termina en PAM; Como un prestigioso diplomático, aún no encontró oportunidad para revolear su título al demonio e irse de viaje Hippie, se contenta por el momento, trabajando duro y comiendo chipá cuando nadie lo ve; Como Barreda, había quedado sin familia a la cual desearle “felicidades” en las fiestas, y sin recordatorios de lo que era la libertad, se contentó con ser odontólogo, homicida y también abogado. Como yo, no tengo quien me pague para redactar una columna, me contento con escribir sobre la felicidad.
 En una exhaustiva encuesta a cientos de personas, concluimos en que hay tantas concepciones de felicidad, como seres humanos. Ellos contestaron. Aquí algunas de sus respuestas.

 ¿Qué será la felicidad para un bipolar?:
 -“Es el sentimiento vital más hermoso, porque estás arruinado y te querés suicidar.”

 ¿Qué sería la felicidad para un mitómano?:
-“Es contarle al mundo entero que me siento plena por haber tenido sexo anal con Gandhi después de hacer el 69 con Stephen Hawking, mientras María Magdalena me pedía que me comporte como una dama.” 

¿Qué será la felicidad para un paranoico?:
-“¿Qué, me estás cargando? ¿Para qué lo querés saber? ¿Para contarle a la GESTAPO? ”

 ¿Qué será la felicidad para un depresivo de baja autoestima?:
-“¿Felici qué? Perdón, pero creo que lo que yo piense, no le aporta nada a este mundo hostil…”

 ¿Qué será la felicidad para un cura, lógicamente sin vida sexual activa, ni licencias morales en su doctrina? -“¡Que se vengan los chicos de todas partes!”

 ¿Qué será la felicidad para una madre judía?
 -“Que las desgracias no pesen sobre mi familia. Para eso voy a colaborar ahorrando hasta las palabras que use”.

 ¿Qué será la felicidad para una madre católica?
-“Que, así como el Señor nos envió sus Dinosaurios para comprobar nuestra fé, también nos envíe bendiciones para limpiar los pecados en mi familia por tener un hijo ateo… ¡POR MI CULPA, POR MI CULPA, POR MI GRAN CULPA!”

 ¿Qué será, entonces, la felicidad para una madre atea?
 -“Que mi hijo no repita el año en la escuela, Dios mío, ¡Te lo ruego! ¡Necesito un milagro!”

 ¿Qué será la felicidad para un nihilista?
-“Me haría muy feliz que el concepto de felicidad se extinguiese junto a la humanidad y su obstinación sobre el sentido carente de la vida”.

 ¿Qué será la felicidad para un agnóstico?
-“La felicidad sería hermosa, pero también no sería hermosa.”

 ¿Qué será la felicidad para un escéptico?
-“No creo en la felicidad, hasta que no se apersone a tocar la puerta de mi casa”.

 Finalmente, la encuesta concluyó en algunos célebres personajes: Para Maru Botana, era crear una fundación que fomente la difusión de métodos anticonceptivos para ayudar y concientizar a las mujeres. Para Withney Houston (la pregunta había sido formulada antes de su fallecimiento), la felicidad suprema la alcanzaría al dejar la música y dedicarse de lleno a enseñar Feng Shui. Para Rodrigo Barrios, lo único que lo haría feliz sería pasar la tarde del domingo con su hijo en los juegos de Unicenter, preferentemente en los autitos chocadores. Para Alessandra Rampolla y un grupo de jóvenes botineras, al pensar en felicidad, lo único que se les cruzaba era “Organizar un levantamiento revolucionario contra los principios del hedonismo y epicureísmo”; Y para Charlie Sheen, según sus palabras, sería extremadamente feliz estudiando el curso de Operador socioterapeuta para tratamiento n adicciones, y poder ayudar a jóvenes que no saben qué hacer con sus vidas. Carlos Méndez, un riojano que se ofreció como colaborador en la encuesta, afirmó que debido a su efímera vida sexual en juventud, soñaba ser feliz ante sería la posibilidad de organizar una orgía nacional, en donde hombres y mujeres se prestasen como sujetos pasivos, mientras él pusiera su miembro genital en activa acción.
 En fin, claramente estamos repletos de connotaciones para lo que felicidad respecta. Pero la verdadera felicidad, hay quienes dicen, se encuentra siempre en las pequeñas cosas…

  Carol-Bord Forget your troubles, come one! get happy =)