"Moriría antes que divorciarme de ti..."
¿Qué es lo que ata a hombres y mujeres entre sí, a la hora de revisar el inventario, que los condujo hacia la triste emboscada de tener más pérdidas, unidos en sociedad, que un Blockbuster en el siglo pirata?
¿Qué los lleva, a algunos, a caminar por esos tres estadios, mucho más frecuentes que los del duelo, en donde el resultado no es más que una sumatoria de elegantes y no tanto puteadas (en algunos casos utensilios de por medio, que pueden variar dependiendo del estatus social, desde ceniceros de cobre hasta simpáticas facas), años de pretenciosos reclamos, y auto reproches que en muchos casos conducen a la resignación de quien pudo haber sido Miss Universo o Premio Nobel, de no haberse unido en matrimonio con semejante sátrapa?
Si bien, es algo precipitado preguntarse para qué tender la cama, si cuando me acueste la volveré a desarmar (en caso de no consumir sustancias blancas), por otra parte, es lógico preguntarse para qué tender la cama, si ya sé que la voy a desarmar. En el ínterin suceden obstáculos, a saber: Comenzar haciendo la cama, entusiasta y animado, como un maestro zen ante la bendición del nuevo día, y notar que nos nace desde lo profundo, una atracción perseverante hacia otro quehacer doméstico, como barrer con una escoba recién comprada, o planchar la camisa nueva. Nada te ata a culminar con esa cama que tu propia conciencia te dictó hacer. Sin embargo, insultando al éter, al aire, al gobierno, seguís tirando de una sábana que no cede; que no se estira demasiado. Seguís. Y querés usar la escoba, pero tu ego no permite admitirte frustrado, ante el fracaso de la actividad que venías realizando. Y seguís. De tanto manipular la sábana, dejás algunas secuelas en forma de manchas, que un meticuloso no hubiese permitido jamás. Quizá no sólo meticuloso, sino simplemente, un ser humano con constancia. Y sin embargo, bajo el cliché de siempre (o nunca), la reflexión es que a nadie le apasiona el armado diario de una cama que, continuamente estará en uso, a menos que duermas afuera todas las noches para evitar que se deshaga. Un mal de muchos, no es consuelo de tontos; sino incentivo a que te quejes con fundamento, y huyas despavorido a barrer la cocina, o a que prosigas en tu tarea de la cama, sin quejas ni culpa, distinguiéndote ante la muchedumbre mediocre, que quiere una cama de seda, impecable, sin el mínimo esfuerzo. Habrá que dejar de palidecer de miedo ante el compromiso que asumimos (estadio uno), evitar los berrinches de niño sin dulces cuando ya estamos comprometidos (estadio dos), y abstenerse de tirar dardos, con más bronca que firmeza, al rostro de aquel que fue elegido como objeto del compromiso (estadio 3).
En resumen, si tu idea es la monogamia, no seas el perro del hortelano, y asumí la responsabilidad que se resiste a la psicopatía crónica del insatisfecho. Pero, por lo contrario, si estás pensando que el mundo sería menos cruel ante la ausencia de condicionamiento social (como hubiera anticipado el Profesor Reiner, del maestro Fontanarrosa), el abandono del hasta que la muerte te separe, y la demonización de infidelidades, simplemente, dejate de joder.
http://www.youtube.com/watch?v=5ceENVh5WnA
Carol-Bord Sin anestecia, por la indignación que me produce la extrema tolerancia de algunas personas...
Escribiéndome... para romper violines
30.4.12
26.4.12
Depende del cristal con que se mire
"Desde el punto de vista del sur, el verano del norte es invierno.
Desde el punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía.
Donde los hindúes ven una vaca sagrada, otros ven una gran hamburguesa..." (E. Galeano)
Depende la situación, a veces soy Teresa de Calcuta, y otras, el anticristo...
Del día, va a depender mi odio, o el destinatario de mi odio: En algunos, odio mayormente a la burguesía dominante; en otros me irritan a las compañías telefónicas; en otros, las mujeres sumisas; en otros al elenco de Dulce amor, y en otros, simplemente, a Marina Calabró.
Dependerá de mi estado anímico, mi estado de salud emocional después de escuchar Radiohead. Si venía medio deprimida, termino muerta, ahogada con un tenedor tramontina, preferentemente. Si venía feliz de la vida, termino simplemente muerta.
"Nada es verdad ni es mentira, todo
depende del cristal con que se mira" (William Shakespeare)
Desde el punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía.
Donde los hindúes ven una vaca sagrada, otros ven una gran hamburguesa..." (E. Galeano)
Depende la situación, a veces soy Teresa de Calcuta, y otras, el anticristo...
Del día, va a depender mi odio, o el destinatario de mi odio: En algunos, odio mayormente a la burguesía dominante; en otros me irritan a las compañías telefónicas; en otros, las mujeres sumisas; en otros al elenco de Dulce amor, y en otros, simplemente, a Marina Calabró.
Dependerá de mi estado anímico, mi estado de salud emocional después de escuchar Radiohead. Si venía medio deprimida, termino muerta, ahogada con un tenedor tramontina, preferentemente. Si venía feliz de la vida, termino simplemente muerta.
Depende
mi ubicación geográfica en determinado momento del día, va a ser mi reacción
cuando me cuenten de un accidente de tránsito. Si lo veo por la tele,
simplemente pienso “Pobre, tendría problemas…” Ahora, si yo estaba arriba del
tren y una persona se arrojó, pienso que habría que instaurar un plan de "38 para todos", y ponerle fin a el juego siniestro de complicarle la existencia al universo como última voluntad en vida.
En
otro momento histórico, por el simple hecho de que sospechen que seas hereje, o
denominada “bruja”, ibas a parar directo a la guillotina. Hoy, año 2012, le das
un mazo de cincuenta cartas a una señora con nariz prominente (precisamente, con
alguna deformidad albergada en ella), y tenés una hermosa tarotista que gana
igual por tirada que una camarera.
Depende la corporación política que te pague, es tu forma
de ver la realidad; Si sos 6,7,8 vivimos en el país de las maravillas; Si sos
Grupo Clarinete, Cristina tiene la culpa de que se me encarne la uña del dedo
gordo.
Depende
de la cantidad de borracheras que lleve a cuestas, será mi forma de digerir el
tequila; después de ser consumista de tequila por dos pesos en antros
nocturnos, de hacer culto al “tequilazo”, llega un momento de la vida en que
indistintamente de que vayas o no a tomarte un tequila, el limón y la sal ya te
dan arcadas. Por el contrario, si es la primera o las primeras veces que lo
tomás, es el mejor y más efectivo trampolín a tu lado ebrio.
Depende como se mire, capaz Romeo tenía miedo que lo acusen de matar a Julieta y por eso se
mató, y nos venden una historia romántica… O capaz se mató porque estaba hasta
las manos en el Veraz. Depende como se
mire, capaz los tres ositos del
cuento, eran proxenetas y le vendieron la historia al mundo de que la nena que
entró en su casa, les comió todos sus alimentos, y les usó sus camas, era una maleducada y
desubicada. Depende como se mire, si la
Cenicienta hubiese calzado 45, capaz el príncipe, bajo la conjetura de que la dama poseía dos
canoas como pies, no la salía a buscar en absoluto. O si hubiese tenido un dejo de desagradable aroma, capaz que en lugar de salir a buscarla, le mandaba un
Lisoform desinfectante por correo. Depende mucho, si Pinocho, como se cuenta, en plena adolescencia y etapa del acné,
se hubiera dado en abundancia auto satisfacción, Geppeto lo habría enterrado por quemaduras
severas. Si
Dr House hubiese sido un tipo
políticamente correcto, ortodoxo, reservado, sano y padre de familia como su
personaje en Stuart Little, en lugar de padre del Vicodin, el programa no habría llegado a cumplir una sola
temporada.
Depende de la etapa de tu vida, va a ser tu forma de ver el psicoanálisis. Cuando sos chico, y es la primera vez que escuchás o leés del tema, te deslumbra: Pensás que es ¡re loco!; que ese “inconsciente” del que hablan, es un aparatito que está en tu cabeza y sale en los sueños para decirte que tenés fantasías sexuales con el kiosquero senil de tu barrio. Cuando sos más grandecito, indagás en el tema y te das cuenta que todos los chistes te hagan van a tener un doble sentido y te volvés paranoico; que el hecho de que sueñes con materia fecal (como significa plata), va a hacer que te ganes la lotería y te volvés jugador compulsivo; vas a querer encontrar lo reprimido hasta en la forma de los nudillos de tus manos y te vas a que te lean las manos; te volvés un completo idiota por creerle a tu profesora d psicología todo lo que te dice. Cuando sos adulto, empezás a preguntarte si elegiste a tu pareja porque es idéntica/o a tu mamá/papá… O si es todo lo contrario… Y finalmente, cuando empezás terapia vas creído que te va a curar las secuelas que te dejaron mamá y papá… Y te das cuenta que ¡todo se reduce al pito!
Depende de la etapa de tu vida, va a ser tu forma de ver el psicoanálisis. Cuando sos chico, y es la primera vez que escuchás o leés del tema, te deslumbra: Pensás que es ¡re loco!; que ese “inconsciente” del que hablan, es un aparatito que está en tu cabeza y sale en los sueños para decirte que tenés fantasías sexuales con el kiosquero senil de tu barrio. Cuando sos más grandecito, indagás en el tema y te das cuenta que todos los chistes te hagan van a tener un doble sentido y te volvés paranoico; que el hecho de que sueñes con materia fecal (como significa plata), va a hacer que te ganes la lotería y te volvés jugador compulsivo; vas a querer encontrar lo reprimido hasta en la forma de los nudillos de tus manos y te vas a que te lean las manos; te volvés un completo idiota por creerle a tu profesora d psicología todo lo que te dice. Cuando sos adulto, empezás a preguntarte si elegiste a tu pareja porque es idéntica/o a tu mamá/papá… O si es todo lo contrario… Y finalmente, cuando empezás terapia vas creído que te va a curar las secuelas que te dejaron mamá y papá… Y te das cuenta que ¡todo se reduce al pito!
Carol-Bord Depende el día; a veces Border... a veces, loca, a secas.
Un corazón... Duro porque sí
Recuerdo cómo su mirada me volteó, escuché hoy en una estrofa, que durante mi vida canté más cantidad de veces de las me voltearon miradas. Ineludiblemente me llevó a vos. No precisamente al día en que me mandaste al descenso, sino reconstruí la tarde en que me confesaste que te casarías con la primera hija del fletero que se te cruce. Suficiente la suma de tus partes y esa frase memorable, para que la niña platónica que se armó una carpa en mi geografía, te conserve así de inalcanzable. Quizá lo inalcanzable le escapaba, en verdad, a que mi padre no manejara fletes de mudanza; más bien mi atracción por esa falta de acceso a vos, era justamente, la falta de acceso a vos. Los que idealizamos, no encajamos entre nosotros. Somos como una cruz, citando a una vieja amiga, porque no somos más que dos líneas que se chocan en un punto. Somos dos polos negativos: iguales, que se repelen. Te reíste de mi. Por descubrir una tarjeta de X terapeuta en mi riñonera, desconociendo que el motivo de mis encuentros con ella, eran decisión de mamá y papá, por salir desviada; marimacho y fumaporro.
Y como Guillermo Tell, pero apuntando a mi cabeza, me dejaste muy en claro que seríamos amigos. A lo que mi costado más dotado de orgullo, retrucó (disfrazado de conformidad):
-Seamos amigos... Con derecho a roce - quizá mi neohippismo rollinga, descartaba la utilización de una jerga más adecuada a mi edad y menos cercana a la de las Doñas Pochas-
Y de esa forma, transcurrieron nuestras tardes desopilantes de plaza; nuestras mañanas de indiferencia colegial; y nuestras noches de zigzag; perdiendo en lucidez, lo que ganábamos en compañerismo.
Y cuando, finalmente, tu cosmovisión del mundo me incluía en sus planes, a la pendeja platónica que vive adentro mio, se le fueron las ganas de sentirse sanamente deslumbrada (o amparada de una vez por todas).
Aunque hoy sé que, quizá, los equivalentes idílicos no vayan toda la vida de la mano, la sensación de haber dejado huérfano todo mi penar, aunque sea por esos momentos en que tu ternura me sentía mucho, nadie me la quitará. Nadie es capaz de matarte en mi alma.
Y dudo que alguien más, sea capaz de verme el alma y aceptarla tal cual, inundada de miserias; nadie como vos, capaz de ver mi luz, iluminarme y acomodarme el alma.
Carol-Bord Siempre fui menos que mi reputación...
Y como Guillermo Tell, pero apuntando a mi cabeza, me dejaste muy en claro que seríamos amigos. A lo que mi costado más dotado de orgullo, retrucó (disfrazado de conformidad):
-Seamos amigos... Con derecho a roce - quizá mi neohippismo rollinga, descartaba la utilización de una jerga más adecuada a mi edad y menos cercana a la de las Doñas Pochas-
Y de esa forma, transcurrieron nuestras tardes desopilantes de plaza; nuestras mañanas de indiferencia colegial; y nuestras noches de zigzag; perdiendo en lucidez, lo que ganábamos en compañerismo.
Y cuando, finalmente, tu cosmovisión del mundo me incluía en sus planes, a la pendeja platónica que vive adentro mio, se le fueron las ganas de sentirse sanamente deslumbrada (o amparada de una vez por todas).
Aunque hoy sé que, quizá, los equivalentes idílicos no vayan toda la vida de la mano, la sensación de haber dejado huérfano todo mi penar, aunque sea por esos momentos en que tu ternura me sentía mucho, nadie me la quitará. Nadie es capaz de matarte en mi alma.
Y dudo que alguien más, sea capaz de verme el alma y aceptarla tal cual, inundada de miserias; nadie como vos, capaz de ver mi luz, iluminarme y acomodarme el alma.
Carol-Bord Siempre fui menos que mi reputación...
23.4.12
Con fecha de vencimiento
Desde la existencia del hombre, que el mismo, una vez que inserta su cuerpo material en el mundo, debate sin descanso, obstinado, acerca de la muerte. Nace, y desconoce durante un tiempo que, pese a aparentar ser una especie de Marilyn Monroe en miniatura, por la demanda de todo quien lo rodee, está destinado a perecer algún día, del mismo modo natural que apareció. Eso, según dicen, nos diferencia de los animales. Ni el trillado raciocinio (aunque sin él, no podríamos saberlo), ni la capacidad de explotar la naturaleza, ni el lenguaje oral, ni la capacidad de hacer uso de camiones atmosféricos.
Lo único que sabemos es que llegamos para irnos. Es entonces que en esa toma de conciencia, muy alejada a la conciencia de clase, empezamos a filosofar sobre el sentido oculto de la muerte en nuestra vida "Cuando nosotros somos, la muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos"; o a poetizar con manchas de muzzarella como "Sin ti la vida se me va..."; o a temer que la parca nos gane de mano antes que cantemos "Piedra libre para todos mis compañeros"; o a huírle tomando recaudos, como quien se escuda tras cuarenta cerraduras, chequea cinco veces consecutivas haber cerrado la perilla del gas o apagado la plancha de pelo y evita el contacto con la comunidad biótica a fin de no morir antes de tiempo; o, por el contrario, vivir al límite... abriendo la heladera descalzos, por ejemplo. La realidad, es que muchas veces nos creemos tan impunemente vivos, que, incluso sosteniendo, al lado de un féretro que "no somos nada", creemos fehacientemente que a nosotros no nos va a tocar.
Más allá de la humorada negra que uno le pueda otorgar, me sucedió hace pocos días, presenciar el velatorio de quien fuera el abuelo de una de mis mejores amigas. Claramente, ella y toda la familia, estaban devastados. Pero a causa de ese quiebre emocional que produjo la pérdida, noté en el ser humano cierta tendencia que, de la mano con la muerte, pareciera estar en los genes del ser humano: el auto flagelo.
¿Costumbre occidental antigua?, ¿culturalmente necesario?. La globalización parece estar surtiendo efecto en nuestra sociedad aún más: Ya no sólo nos contentamos con pedir gusanos en Casas de comida rápida, sino también, le otorgamos al acto de despedida carnal de un ser humano, la misma carga solemne más cercana a una boda, que a lo que debiera ser, a mi juicio, un adiós corto y conciso como coito precoz.
No fue en este caso particular, en el que el servicio de lunch se hizo presente, mientras los invitados platicaban sobre "Lo bueno que era..." y el mencionado "No somos nada" y mechaban con chusmeríos de la Pocha y demases. Pero sí, el modismo fue prácticamente el mismo; una velada de casi doce horas. Doce horas en donde, la moral de los más dolidos se iba por la alcantarilla, y los minutos que pasaban eran útiles solamente para procurar fijarse la vista al cajón abierto.
Creo que fue causal, que días previos a la mala noticia, una amiga dijera convencida que, tras la ruptura con su pareja, le sería más fácil afrontar una pérdida material, por muerte, que ponerle el pecho a la dolorosa separación de una persona que seguirá con vida, pero ya no con ella.
¿Será realmente así? ¿Preferiremos saber que una persona está muerta literalmente para asesinarla en nuestro inconsciente, o será más difícil continuar viviendo, sabiendo que un ser amado ya no nos ofrecerá un mate, porque solamente podrá hacerlo en nuestro inconsciente?.
¿Nos duele el ego que quienes queremos no nos sean correspondidos, y por eso preferimos pensar que simplemente murieron, o realmente, la real concepción de muerte, asi como para los hindúes, no es mas que el comienzo de otra cosa? Y si fuese asi ¿qué nos empuja siniestramente a obsesionarnos con la pérdida que ya no tiene vuelta atrás, si lo que iría contra natura, en todo caso, sería la inmortalidad?.
Entonces ¿es verdad que nos diferencia de los animales que seamos tan conscientes de la muerte, si cuando nos toca de cerca, nos paraliza los latidos como si desconociéramos que el curso natural de la vida es ese?.
¿Será que estamos siempre mejor preparados para morir, que para ver morir? ¿o más que una preparación, será la facilidad de despojarse del mundo, dejando atrás (a menos que tu apellido sea Menéndez o Massera), un pequeño universo que lo llorará indefectiblemente?
Seguramente, sea más fácil dejar que ser dejado, asi como morir que ver morir, la cuestión es, poder romper con las cadenas que no se cortan como un cordón umbilical, que nos atan siempre a la dependencia, por pequeña que sea. De otro. O en su defecto, de nosotros mismos...
Carol-Bord Is Easy to leave than to be left behind...
Lo único que sabemos es que llegamos para irnos. Es entonces que en esa toma de conciencia, muy alejada a la conciencia de clase, empezamos a filosofar sobre el sentido oculto de la muerte en nuestra vida "Cuando nosotros somos, la muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos"; o a poetizar con manchas de muzzarella como "Sin ti la vida se me va..."; o a temer que la parca nos gane de mano antes que cantemos "Piedra libre para todos mis compañeros"; o a huírle tomando recaudos, como quien se escuda tras cuarenta cerraduras, chequea cinco veces consecutivas haber cerrado la perilla del gas o apagado la plancha de pelo y evita el contacto con la comunidad biótica a fin de no morir antes de tiempo; o, por el contrario, vivir al límite... abriendo la heladera descalzos, por ejemplo. La realidad, es que muchas veces nos creemos tan impunemente vivos, que, incluso sosteniendo, al lado de un féretro que "no somos nada", creemos fehacientemente que a nosotros no nos va a tocar.
Más allá de la humorada negra que uno le pueda otorgar, me sucedió hace pocos días, presenciar el velatorio de quien fuera el abuelo de una de mis mejores amigas. Claramente, ella y toda la familia, estaban devastados. Pero a causa de ese quiebre emocional que produjo la pérdida, noté en el ser humano cierta tendencia que, de la mano con la muerte, pareciera estar en los genes del ser humano: el auto flagelo.
¿Costumbre occidental antigua?, ¿culturalmente necesario?. La globalización parece estar surtiendo efecto en nuestra sociedad aún más: Ya no sólo nos contentamos con pedir gusanos en Casas de comida rápida, sino también, le otorgamos al acto de despedida carnal de un ser humano, la misma carga solemne más cercana a una boda, que a lo que debiera ser, a mi juicio, un adiós corto y conciso como coito precoz.
No fue en este caso particular, en el que el servicio de lunch se hizo presente, mientras los invitados platicaban sobre "Lo bueno que era..." y el mencionado "No somos nada" y mechaban con chusmeríos de la Pocha y demases. Pero sí, el modismo fue prácticamente el mismo; una velada de casi doce horas. Doce horas en donde, la moral de los más dolidos se iba por la alcantarilla, y los minutos que pasaban eran útiles solamente para procurar fijarse la vista al cajón abierto.
Creo que fue causal, que días previos a la mala noticia, una amiga dijera convencida que, tras la ruptura con su pareja, le sería más fácil afrontar una pérdida material, por muerte, que ponerle el pecho a la dolorosa separación de una persona que seguirá con vida, pero ya no con ella.
¿Será realmente así? ¿Preferiremos saber que una persona está muerta literalmente para asesinarla en nuestro inconsciente, o será más difícil continuar viviendo, sabiendo que un ser amado ya no nos ofrecerá un mate, porque solamente podrá hacerlo en nuestro inconsciente?.
¿Nos duele el ego que quienes queremos no nos sean correspondidos, y por eso preferimos pensar que simplemente murieron, o realmente, la real concepción de muerte, asi como para los hindúes, no es mas que el comienzo de otra cosa? Y si fuese asi ¿qué nos empuja siniestramente a obsesionarnos con la pérdida que ya no tiene vuelta atrás, si lo que iría contra natura, en todo caso, sería la inmortalidad?.
Entonces ¿es verdad que nos diferencia de los animales que seamos tan conscientes de la muerte, si cuando nos toca de cerca, nos paraliza los latidos como si desconociéramos que el curso natural de la vida es ese?.
¿Será que estamos siempre mejor preparados para morir, que para ver morir? ¿o más que una preparación, será la facilidad de despojarse del mundo, dejando atrás (a menos que tu apellido sea Menéndez o Massera), un pequeño universo que lo llorará indefectiblemente?
Seguramente, sea más fácil dejar que ser dejado, asi como morir que ver morir, la cuestión es, poder romper con las cadenas que no se cortan como un cordón umbilical, que nos atan siempre a la dependencia, por pequeña que sea. De otro. O en su defecto, de nosotros mismos...
Carol-Bord Is Easy to leave than to be left behind...
21.4.12
¿Qué es la felicidad?
Según la RAE, la felicidad es el "Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien"
Coincidimos que la felicidad se entiende como el estado del ánimo en donde se disfruta de lo que se desea; es satisfacción, dicha, contento.
Algunos la conciben como algo supremo, como algo absoluto e inalcanzable a lo que se aspira, pero que partiendo de que sea inalcanzable, va a ser al pedo todo esfuerzo que se haga por conseguirla. Otros, la conciben como un ente abstracto mutable; es decir, soy feliz ahora que estoy escribiendo estas pavadas. Hay una sobrevaluación de la felicidad, que al creer que cuando se alcanza será invariable y suprema, dejando de lado que es posible estar feliz de la vida escuchando un buen disco, y a los cinco minutos maldecir a todo el planeta porque la lluvia me arruinó el pelo. Hay personas, que increíblemente parecen no tener oscuridades, ni ser sombríos. Pareciera ser que jamás dijeron malas palabras, que nunca probaron drogas, que ni piensan en masturbarse. Son puros. Pareciera que la felicidad los alcanzó con una ronda inmortal de Canabbis, como en el caso de Claudio María Dominguez.
Todo el tiempo, tratamos de hacer cosas para ser felices. Mientras tanto, en esa búsqueda que no permite GPS, nos vamos contentando con pequeñeces en el camino, como es debido. Como aún Susanita no conformó su nido, se contenta con saber tejer escarpines; Como un catalogado “loco” aún no es considerado apto para la sociedad, se contenta como niño con caramelos de todo lo que termina en PAM; Como un prestigioso diplomático, aún no encontró oportunidad para revolear su título al demonio e irse de viaje Hippie, se contenta por el momento, trabajando duro y comiendo chipá cuando nadie lo ve; Como Barreda, había quedado sin familia a la cual desearle “felicidades” en las fiestas, y sin recordatorios de lo que era la libertad, se contentó con ser odontólogo, homicida y también abogado. Como yo, no tengo quien me pague para redactar una columna, me contento con escribir sobre la felicidad.
En una exhaustiva encuesta a cientos de personas, concluimos en que hay tantas concepciones de felicidad, como seres humanos. Ellos contestaron. Aquí algunas de sus respuestas.
¿Qué será la felicidad para un bipolar?:
-“Es el sentimiento vital más hermoso, porque estás arruinado y te querés suicidar.”
¿Qué sería la felicidad para un mitómano?:
-“Es contarle al mundo entero que me siento plena por haber tenido sexo anal con Gandhi después de hacer el 69 con Stephen Hawking, mientras María Magdalena me pedía que me comporte como una dama.”
¿Qué será la felicidad para un paranoico?:
-“¿Qué, me estás cargando? ¿Para qué lo querés saber? ¿Para contarle a la GESTAPO? ”
¿Qué será la felicidad para un depresivo de baja autoestima?:
-“¿Felici qué? Perdón, pero creo que lo que yo piense, no le aporta nada a este mundo hostil…”
¿Qué será la felicidad para un cura, lógicamente sin vida sexual activa, ni licencias morales en su doctrina? -“¡Que se vengan los chicos de todas partes!”
¿Qué será la felicidad para una madre judía?
-“Que las desgracias no pesen sobre mi familia. Para eso voy a colaborar ahorrando hasta las palabras que use”.
¿Qué será la felicidad para una madre católica?
-“Que, así como el Señor nos envió sus Dinosaurios para comprobar nuestra fé, también nos envíe bendiciones para limpiar los pecados en mi familia por tener un hijo ateo… ¡POR MI CULPA, POR MI CULPA, POR MI GRAN CULPA!”
¿Qué será, entonces, la felicidad para una madre atea?
-“Que mi hijo no repita el año en la escuela, Dios mío, ¡Te lo ruego! ¡Necesito un milagro!”
¿Qué será la felicidad para un nihilista?
-“Me haría muy feliz que el concepto de felicidad se extinguiese junto a la humanidad y su obstinación sobre el sentido carente de la vida”.
¿Qué será la felicidad para un agnóstico?
-“La felicidad sería hermosa, pero también no sería hermosa.”
¿Qué será la felicidad para un escéptico?
-“No creo en la felicidad, hasta que no se apersone a tocar la puerta de mi casa”.
Finalmente, la encuesta concluyó en algunos célebres personajes: Para Maru Botana, era crear una fundación que fomente la difusión de métodos anticonceptivos para ayudar y concientizar a las mujeres. Para Withney Houston (la pregunta había sido formulada antes de su fallecimiento), la felicidad suprema la alcanzaría al dejar la música y dedicarse de lleno a enseñar Feng Shui. Para Rodrigo Barrios, lo único que lo haría feliz sería pasar la tarde del domingo con su hijo en los juegos de Unicenter, preferentemente en los autitos chocadores. Para Alessandra Rampolla y un grupo de jóvenes botineras, al pensar en felicidad, lo único que se les cruzaba era “Organizar un levantamiento revolucionario contra los principios del hedonismo y epicureísmo”; Y para Charlie Sheen, según sus palabras, sería extremadamente feliz estudiando el curso de Operador socioterapeuta para tratamiento n adicciones, y poder ayudar a jóvenes que no saben qué hacer con sus vidas. Carlos Méndez, un riojano que se ofreció como colaborador en la encuesta, afirmó que debido a su efímera vida sexual en juventud, soñaba ser feliz ante sería la posibilidad de organizar una orgía nacional, en donde hombres y mujeres se prestasen como sujetos pasivos, mientras él pusiera su miembro genital en activa acción.
En fin, claramente estamos repletos de connotaciones para lo que felicidad respecta. Pero la verdadera felicidad, hay quienes dicen, se encuentra siempre en las pequeñas cosas…
Carol-Bord Forget your troubles, come one! get happy =)
Algunos la conciben como algo supremo, como algo absoluto e inalcanzable a lo que se aspira, pero que partiendo de que sea inalcanzable, va a ser al pedo todo esfuerzo que se haga por conseguirla. Otros, la conciben como un ente abstracto mutable; es decir, soy feliz ahora que estoy escribiendo estas pavadas. Hay una sobrevaluación de la felicidad, que al creer que cuando se alcanza será invariable y suprema, dejando de lado que es posible estar feliz de la vida escuchando un buen disco, y a los cinco minutos maldecir a todo el planeta porque la lluvia me arruinó el pelo. Hay personas, que increíblemente parecen no tener oscuridades, ni ser sombríos. Pareciera ser que jamás dijeron malas palabras, que nunca probaron drogas, que ni piensan en masturbarse. Son puros. Pareciera que la felicidad los alcanzó con una ronda inmortal de Canabbis, como en el caso de Claudio María Dominguez.
Todo el tiempo, tratamos de hacer cosas para ser felices. Mientras tanto, en esa búsqueda que no permite GPS, nos vamos contentando con pequeñeces en el camino, como es debido. Como aún Susanita no conformó su nido, se contenta con saber tejer escarpines; Como un catalogado “loco” aún no es considerado apto para la sociedad, se contenta como niño con caramelos de todo lo que termina en PAM; Como un prestigioso diplomático, aún no encontró oportunidad para revolear su título al demonio e irse de viaje Hippie, se contenta por el momento, trabajando duro y comiendo chipá cuando nadie lo ve; Como Barreda, había quedado sin familia a la cual desearle “felicidades” en las fiestas, y sin recordatorios de lo que era la libertad, se contentó con ser odontólogo, homicida y también abogado. Como yo, no tengo quien me pague para redactar una columna, me contento con escribir sobre la felicidad.
En una exhaustiva encuesta a cientos de personas, concluimos en que hay tantas concepciones de felicidad, como seres humanos. Ellos contestaron. Aquí algunas de sus respuestas.
¿Qué será la felicidad para un bipolar?:
-“Es el sentimiento vital más hermoso, porque estás arruinado y te querés suicidar.”
¿Qué sería la felicidad para un mitómano?:
-“Es contarle al mundo entero que me siento plena por haber tenido sexo anal con Gandhi después de hacer el 69 con Stephen Hawking, mientras María Magdalena me pedía que me comporte como una dama.”
¿Qué será la felicidad para un paranoico?:
-“¿Qué, me estás cargando? ¿Para qué lo querés saber? ¿Para contarle a la GESTAPO? ”
¿Qué será la felicidad para un depresivo de baja autoestima?:
-“¿Felici qué? Perdón, pero creo que lo que yo piense, no le aporta nada a este mundo hostil…”
¿Qué será la felicidad para un cura, lógicamente sin vida sexual activa, ni licencias morales en su doctrina? -“¡Que se vengan los chicos de todas partes!”
¿Qué será la felicidad para una madre judía?
-“Que las desgracias no pesen sobre mi familia. Para eso voy a colaborar ahorrando hasta las palabras que use”.
¿Qué será la felicidad para una madre católica?
-“Que, así como el Señor nos envió sus Dinosaurios para comprobar nuestra fé, también nos envíe bendiciones para limpiar los pecados en mi familia por tener un hijo ateo… ¡POR MI CULPA, POR MI CULPA, POR MI GRAN CULPA!”
¿Qué será, entonces, la felicidad para una madre atea?
-“Que mi hijo no repita el año en la escuela, Dios mío, ¡Te lo ruego! ¡Necesito un milagro!”
¿Qué será la felicidad para un nihilista?
-“Me haría muy feliz que el concepto de felicidad se extinguiese junto a la humanidad y su obstinación sobre el sentido carente de la vida”.
¿Qué será la felicidad para un agnóstico?
-“La felicidad sería hermosa, pero también no sería hermosa.”
¿Qué será la felicidad para un escéptico?
-“No creo en la felicidad, hasta que no se apersone a tocar la puerta de mi casa”.
Finalmente, la encuesta concluyó en algunos célebres personajes: Para Maru Botana, era crear una fundación que fomente la difusión de métodos anticonceptivos para ayudar y concientizar a las mujeres. Para Withney Houston (la pregunta había sido formulada antes de su fallecimiento), la felicidad suprema la alcanzaría al dejar la música y dedicarse de lleno a enseñar Feng Shui. Para Rodrigo Barrios, lo único que lo haría feliz sería pasar la tarde del domingo con su hijo en los juegos de Unicenter, preferentemente en los autitos chocadores. Para Alessandra Rampolla y un grupo de jóvenes botineras, al pensar en felicidad, lo único que se les cruzaba era “Organizar un levantamiento revolucionario contra los principios del hedonismo y epicureísmo”; Y para Charlie Sheen, según sus palabras, sería extremadamente feliz estudiando el curso de Operador socioterapeuta para tratamiento n adicciones, y poder ayudar a jóvenes que no saben qué hacer con sus vidas. Carlos Méndez, un riojano que se ofreció como colaborador en la encuesta, afirmó que debido a su efímera vida sexual en juventud, soñaba ser feliz ante sería la posibilidad de organizar una orgía nacional, en donde hombres y mujeres se prestasen como sujetos pasivos, mientras él pusiera su miembro genital en activa acción.
En fin, claramente estamos repletos de connotaciones para lo que felicidad respecta. Pero la verdadera felicidad, hay quienes dicen, se encuentra siempre en las pequeñas cosas…
Carol-Bord Forget your troubles, come one! get happy =)
18.4.12
Love is just a game
Una sabia amiga, consejera y confidente, se encuentra en una dicotomía importante. Algo que a las mujeres no les sucede a menudo en absoluto, y que es extremadamente fácil de resolver: sufrir o no por amor. Ilusa de mí.
Yo le digo (convicción estoica mediante), lo que ninguna es capaz de decir, porque todas saben que en esos casos, hablar es más fácil que hacer: "Vos tenés que agarrar y decirle... bla bla bla" .Ilusa de mí.
La cuestión, lejos de ser o no ser que ya nos está importando tres carajos, es básicamente seguir llorando porque se extrañan esos momentos en que una lloraba pero con la persona que le provoca el llanto adentro de su cama, o bien dejar de llorar porque se auto indigna del poco amor propio, por recordar esos momentos en que lloraba por estar con él y estar sin él. Por lo pronto, y desde mi ángulo pasivo en la tribuna, la jugadora que está en la cancha y aparenta ser mi amiga, sigue tirada en el piso por la lesión que le provocó ese jugador del equipo contrario, que aparenta ser mi próximo enemigo (y probablemente lo espere a la salida para escupirlo). Yo le grito efusiva que se levante, que continúe, que la pelota sigue rodando por el césped y cuenta con un equipo que la va a ayudar a ser esa goleadora que alguna vez fue. Y mi jugadora, sigue tumbada en el campo, rindiéndose ante los espectadores, ante los hinchas de su equipo y ante el tan imparcial referí, que cobra las faltas que le vienen en gana. Ella piensa, lo sé, que la única manera existente de que regrese en sí y vuelva a tocar la pelota, sería que el sucio jugador que la atacó, le extienda su brazo; le de su mano; la ayude a levantarse y le pida disculpas.
Pero mi amiga no entiende que en este juego, los goles los cometen los valientes que se animen; y NO los pacientes en su nube retrospectiva. La única manera de mirar atrás es con REPLAY, pero esto es en vivo y en directo.
No entiende que ya nadie le interesa quién realmente lesionó a quien; a quien le quedan secuelas; o si el golpe recibido fue intencionado o no. El partido siguió durante todo el tiempo que ella se lamentaba no haber previsto a tiempo ese ataque del cruel adversario, que aparentaba ser un simple jugador más del equipo contrario.
Mi amiga no entiende que en este juego, no ganan los reflexivos, sino quienes le pasan por alto a la reflexión para poder continuar su jugada sin dolor por la competencia.
Mi amiga no entiende que en este juego, o se sale airoso de una falta no cobrada, y se remata con alteza, o se muere uno en medio del entretiempo y nadie se dará cuenta...
Y es por eso, que digo, que la claridad con la que veo los hechos, es simplemente debido a que, soy yo la que mira y no participa...
Carol-Bord "Si no puedes ser fuerte, y sin embargo no puedes ser débil, eso resultará en tu derrota" (El arte de la guerra - Sun Tzu)
Yo le digo (convicción estoica mediante), lo que ninguna es capaz de decir, porque todas saben que en esos casos, hablar es más fácil que hacer: "Vos tenés que agarrar y decirle... bla bla bla" .Ilusa de mí.
La cuestión, lejos de ser o no ser que ya nos está importando tres carajos, es básicamente seguir llorando porque se extrañan esos momentos en que una lloraba pero con la persona que le provoca el llanto adentro de su cama, o bien dejar de llorar porque se auto indigna del poco amor propio, por recordar esos momentos en que lloraba por estar con él y estar sin él. Por lo pronto, y desde mi ángulo pasivo en la tribuna, la jugadora que está en la cancha y aparenta ser mi amiga, sigue tirada en el piso por la lesión que le provocó ese jugador del equipo contrario, que aparenta ser mi próximo enemigo (y probablemente lo espere a la salida para escupirlo). Yo le grito efusiva que se levante, que continúe, que la pelota sigue rodando por el césped y cuenta con un equipo que la va a ayudar a ser esa goleadora que alguna vez fue. Y mi jugadora, sigue tumbada en el campo, rindiéndose ante los espectadores, ante los hinchas de su equipo y ante el tan imparcial referí, que cobra las faltas que le vienen en gana. Ella piensa, lo sé, que la única manera existente de que regrese en sí y vuelva a tocar la pelota, sería que el sucio jugador que la atacó, le extienda su brazo; le de su mano; la ayude a levantarse y le pida disculpas.
Pero mi amiga no entiende que en este juego, los goles los cometen los valientes que se animen; y NO los pacientes en su nube retrospectiva. La única manera de mirar atrás es con REPLAY, pero esto es en vivo y en directo.
No entiende que ya nadie le interesa quién realmente lesionó a quien; a quien le quedan secuelas; o si el golpe recibido fue intencionado o no. El partido siguió durante todo el tiempo que ella se lamentaba no haber previsto a tiempo ese ataque del cruel adversario, que aparentaba ser un simple jugador más del equipo contrario.
Mi amiga no entiende que en este juego, no ganan los reflexivos, sino quienes le pasan por alto a la reflexión para poder continuar su jugada sin dolor por la competencia.
Mi amiga no entiende que en este juego, o se sale airoso de una falta no cobrada, y se remata con alteza, o se muere uno en medio del entretiempo y nadie se dará cuenta...
Y es por eso, que digo, que la claridad con la que veo los hechos, es simplemente debido a que, soy yo la que mira y no participa...
Carol-Bord "Si no puedes ser fuerte, y sin embargo no puedes ser débil, eso resultará en tu derrota" (El arte de la guerra - Sun Tzu)
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