Escribiéndome... para romper violines

30.4.12

La marcha de la bronca

"Moriría antes que divorciarme de ti..."


 ¿Qué es lo que ata a hombres y mujeres entre sí, a la hora de revisar el inventario, que los condujo hacia la triste emboscada de tener más pérdidas, unidos en sociedad, que un Blockbuster en el siglo pirata?
 ¿Qué los lleva, a algunos, a caminar por esos tres estadios, mucho más frecuentes que los del duelo, en donde el resultado no es más que una sumatoria de elegantes y no tanto puteadas (en algunos casos utensilios de por medio, que pueden variar dependiendo del estatus social, desde ceniceros de cobre hasta simpáticas facas), años de pretenciosos reclamos, y  auto reproches que en muchos casos conducen a la resignación de quien pudo haber sido Miss Universo o Premio Nobel, de no haberse unido en matrimonio con semejante sátrapa?
 Si bien, es algo precipitado preguntarse para qué tender la cama, si cuando me acueste la volveré a desarmar (en caso de no consumir sustancias blancas), por otra parte, es lógico preguntarse para qué tender la cama, si ya sé que la voy a desarmar. En el ínterin suceden obstáculos, a saber: Comenzar haciendo la cama, entusiasta y animado, como un maestro zen ante la bendición del nuevo día, y notar que nos nace desde lo profundo, una atracción perseverante hacia otro quehacer doméstico, como barrer con una escoba recién comprada, o planchar la camisa nueva. Nada te ata a culminar con esa cama que tu propia conciencia te dictó hacer. Sin embargo, insultando al éter, al aire, al gobierno, seguís tirando de una sábana que no cede; que no se estira demasiado. Seguís. Y querés usar la escoba, pero tu ego no permite admitirte frustrado, ante el fracaso de la actividad que venías realizando. Y seguís. De tanto manipular la sábana, dejás algunas secuelas en forma de manchas, que un meticuloso no hubiese permitido jamás. Quizá no sólo meticuloso, sino simplemente, un ser humano con constancia. Y sin embargo, bajo el cliché de siempre (o nunca), la reflexión es que a nadie le apasiona el armado diario de una cama que, continuamente estará en uso, a menos que duermas afuera todas las noches para evitar que se deshaga. Un mal de muchos, no es consuelo de tontos; sino incentivo a que te quejes con fundamento, y huyas despavorido a barrer la cocina, o a que prosigas en tu tarea de la cama, sin quejas ni culpa, distinguiéndote ante la muchedumbre mediocre, que quiere una cama de seda, impecable, sin el mínimo esfuerzo. Habrá que dejar de palidecer de miedo ante el compromiso que asumimos (estadio uno), evitar los berrinches de niño sin dulces cuando ya estamos comprometidos (estadio dos), y abstenerse de tirar dardos, con más bronca que firmeza, al rostro de aquel que fue elegido como objeto del compromiso (estadio 3).
 En resumen, si tu idea es la monogamia, no seas el perro del hortelano, y asumí la responsabilidad que se resiste a la psicopatía crónica del insatisfecho. Pero, por lo contrario, si estás pensando que el mundo sería menos cruel ante la ausencia de condicionamiento social (como hubiera anticipado el Profesor Reiner, del maestro Fontanarrosa), el abandono del hasta que la muerte te separe, y la demonización de infidelidades, simplemente, dejate de joder.

http://www.youtube.com/watch?v=5ceENVh5WnA


Carol-Bord Sin anestecia, por la indignación que me produce la extrema tolerancia de algunas personas...

1 comentario:

  1. pd: está todo bien con que la cagues, pero no la mortifiques con tu impotencia sexual que desaparece ante la llegada de la nueva inquilina de tu mansión SEMEN-OUT. INFELIZ!!!

    ResponderEliminar