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No te preocupes, princesa, tu huelga ya no duele, ya no provoca dolor de cabeza ni retortijones en la panza. Ya no es una carga de privaciones placenteras. Ya no hay huelga de hambre. Ya sana, ya calma...
Tu huelga de hambre ya no pesa... La mía, tampoco.
Ya encargué medialunas del Tio Humberto, y las trae bajo el brazo de un ángel.
El mismo brazo que a vos hoy te pertenece... El mismo brazo que a mí me va a traer, de regreso, la ternura que dejé en el placard.
Carol-Bord Y si Dios queda en nada o no existe, te amaré mucho más...
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