Oscar Wilde, cierta tarde se encontraba echado bajo un árbol, afligido, pensando para sus adentros apesadumbrados del sudor que cuesta ser un adelantado, acerca de una gran preocupación y cliché humano.
Y, fiel a su chispita pero lejos de burlarse de la monogamia, de la homofobia, o de la aristocracia, reflexionó dándole la mano a esa maldita solemnidad que obliga la palabra "amar". Vaya uno a saber si realmente todo este entramado imaginario fue su inspiración a lo que hoy todos repetimos, a veces para quedar bien. La cuestión es que el tipo le comentó a un niño desalineado que andaba a paso torpe por los pagos: "Amarse uno mismo es el comienzo de un romance para toda la vida."
Bueno, yo intento. Pero prefiero intentar inventar presuntas historias que desembocaron en frases célebres de admirable inventiva. Intento, invento, invierno (perdón, me divierte la geminación).
Son admirables las cosas que uno puede sentir hacia su propio ser; Es tan placentero como peligroso.
Me amo, y me toco, y me enamoro de mí misma de vez en cuando. Pero mi ego no me dice cosas que yo no piense...
Mi ego me clava el deseo constante de aprobación como estandarte; Mi ego anda diciendo por ahí, que antes que amarme, prefiere que me amen.
Yo me amo, y me toco, y me enamoro de mí misma de vez en cuando. Pero no puedo con mi genio, y necesito que me digas todos y cada uno de los días lo linda que soy.
Carol-Bord... When i'm feeling down i want you above me...
No hay comentarios:
Publicar un comentario