3er. acto: Amigo le dice a otro que ayer ha ido de compras a famoso hipermercado; ha sido beneficiado como cliente por sorteo, y por consiguiente le han otorgado la suma de 500 pesos en cupones de compra; ha logrado conseguir el número de una conocida que tienen que común y a dicha chica había cortejado galantemente. Y también, ese mismo de ayer, amigo afirmaba como que Dios tiene barba, que había conocido en persona a Diego Armando Maradona (quien gentilmente le dio una linda pose para la foto cholula).
2do acto: (...)
1er acto: Amigo compra en hipermercado, se indigna de que tres manzanas cuestan diez pesos, se cruza con chica que no alega reconocerlo y sigue de largo dejándolo con la palabra en la boca, y al salir del famoso sitio de compras, ve la foto de Diego Armando Maradona en la gigantografía que reflejara un edificio de la zona.
Fin.
Carol-Bord... Son historias verosímiles que poco nos cambian la vida, y mucho gratifican al ideólogo que adolece.
Escribiéndome... para romper violines
27.5.13
Esto de perder el control...
Anoche, a mitad del bache inconsciente de quien yace descansando, necesité tanto como oxígeno de un abrazo calmador. Me despertó la ambivalencia catastrófica del sueño que se va y la pesadilla que no acaba.
Me despertó la falta de tacto en cuestiones emocionales, de soledad a causa de verme desorientada devenida en un sueño que me hacía llorar. Me despertó la necesidad de no esperar al desayuno para contarle al primer bendito ser biótico que por este sitio merodeara, acerca de mi pesadilla en primera persona. Me despertó la cosa que desalentaba, que no era ni cosa ni sueño ni pesadilla, ni deseo reprimido o mecanismo de defensa, ni tres cominos. Era una cosa parecida a lo escalofriante, paralizante, shockeante, y todo cuanto termine en sufijo "ante": Era una cosa parecida a mí misma, diciéndole a mis momentos de R.E.M y vista en reposo que me persigan hasta hacerme pedacitos, que me agarren sola a mitad de la noche -sin defensa mediante- y me aniquilen la tranquilidad dándosela de manifestación inconsciente. Porque, claro está, mi inconsciente no es otra cosa que yo misma autoregalando amenazas trastornaditas, por deporte boicot.
Carol-Bord... Menos mal que te tengo del otro lado, cuando sueño que me caigo...
19.5.13
Cuando se encuentra lo que no se encuentra buscado...
De cara al papeleo cibernauta patológico (sí, el mismo que ha sido fruto de enfermos rindeculto de Diógenes de Sínope), tropiezo virtual, casual (¿causal?) con mis escritos archivados que datan de antaño.
Y bueno, me encuentro con un prólogo que fuera mi primer ensayo acerca de SER UNA FERVIENTE FUNDAMENTALISTA DE LAS RELACIONES FUGACES CON DESCONOCIDOS EN SITUACIÓN DE VÍA PÚBLICA.
Pregono en pos de cultivar cada vez más vínculos efímeros (pero no menos fructíferos) en la parada del 550.
He aquí un adelanto, para quienes me acompañan desde la aspiración al mundo idílico en el cual todos nos desvergonzamos un rato y nos hacemos cargo de habernos meado de la risa con centenares de desconocidos, haber calmado sus penurias y escuchado árboles genealógicos poco y nada importantes, haber generado alianza, hermandad, complicidad lapidaria con señoras, doñas, abuelos, señorones, frente a la empatía como lazo, de indignación porque el tren de mierda no viene más, ya no se sabe si salís de tu casa y volvés con vida, ante' con diez peso' me llenaba el changuito entero, ya no lo levanto ni con un Actimel-Plus formato azul...
He aquí un adelanto, para quienes me acompañan en sentimiento de concebir un mundo idílico en el cual somos felices como la dicha de hacer sociales con célebres personajes anónimos que nos ocuparán buena parte de nuestro tiempo en esta vida.
Para quienes concebimos que un mundo es un mundo, cuando nos toca la oportunidad jovial carpe-diem de ser uno más del ganado, de charlar sobre el clima con una sonrisa mientras el Tren Roca en hora pico, nos conduce a esa rara peculiar molestia en las zonas bajas que acaban de ver cómo un NN se fuga hurtándole su preciada virginidad (¡qué término de mierda!)... En fin, disfrutemos de viajar como Dinastía en cada recorrido por los medios de transporte...
El asunto del viaje en medios de transporte no es algo menor:
Data de la época Antes del Homo Habilis (a.H.H.), la constante subestimación que ejerce
la raza humana hacia todo cuanto concibe “inferior”. Dicha subestimación tiene dos formas: Subjetiva y particular, por ejemplo podemos tomar la simpática minimización de las causas judiciales del jefe de gobierno Macri, de su rotunda oposición hacia Hugo Moyano seguida de la unión de ambos, de su proyecto de ley para cambiar las estaciones del año, y la presunta afinidad de Antonia para con él, etc. La segunda forma de devaluar cuestiones, es a nivel masivo. Este último, corresponde a algo más bien colectivo, común a todos los seres humanos. Es el
caso del biográfico historial de todos nosotros, en cuanto a viajes en medios de transporte público.
Los considera banales por lo tediosamente cotidianos, y superfluo, pero en verdad, forman parte de una vida paralela, la cual vivenciamos gran cantidad de nuestro tiempo en la tierra.
Carol-Bord... Vagando por las calles, mirando la gente pasar...
Los considera banales por lo tediosamente cotidianos, y superfluo, pero en verdad, forman parte de una vida paralela, la cual vivenciamos gran cantidad de nuestro tiempo en la tierra.
Carol-Bord... Vagando por las calles, mirando la gente pasar...
17.5.13
11.5.13
De privacidades en primera persona
La
cartera de Caro no es una cartera. Es una valija violeta que le costó tardes de
llanto y pataleo. Una valija que vaya
alguno a saber por qué tiene nombre de mujer. Una valija Juliana, simuladora;
la incita a Carito a creer que es una
prestigiosa periodista a los cinco años. La abre y se encuentra con el primer,
y acaso uno de los pocos amores de su vida: un micrófono. Una valija de
mentira. De mentirita. Hurgando aún más, la valija trae consigo diversión y obligaciones (también simuladoras); credenciales, acreditaciones, tarjetas para
entrevistar a celebridades, anotadores, y algún pulmotor que probablemente sea
ayuda en momentos de corridas callejeras,
cosa que ella comprobaría al afiliarse al club tabacalero.
La
cartera de Caro no es una cartera. Es una mochila con ruedas, que le hacen
creer por un momento, que está subiendo las escaleras de alguna terminal,
llevando consigo un equipaje que recorrerá el mundo entero. La mochila, tiene
como huésped legítima a una cartuchera Looney Tunes de tres pisos, cuadernos
forrados con la prolijidad compulsiva de su hermana y repletos de tareas siempre hechas como buena nerd, y una cantimplora que
le hace compañía al alfajor del espacio que se compró en el recreo por $0,25.
La
cartera de Caro, es una mochila. A secas. Una mochila raquítica; con parches
mal cosidos de Patricio Rey, leyendas amigueras escritas en liquid paper,
frases de canciones empáticas. La mochila contiene carpetas A3, cancioneros para guitarra que suplantan la tabla de los elementos
químicos, estuches con maquillaje que suplantan los útiles escolares, y lapiceras. El libro “Rosaura a la diez” y “Las brujas”
de Roald Dahl. Los materiales de Literatura y un atado de Philip Morris, que nadie debe saber de su hospedaje, al tiempo que su interior debe durar vivo al menos una semana.
La
cartera de Caro es un morral de tela de Aguayo. Debería poseer somníferos de biología, pero en cambio contiene cds prestados, cigarrillos ya
legítimos que ahora duran lo que un suspiro; delineadores y paquetitos
clandestinos, que le ocasionaron días atrás, el enojo de mamá y papá, antecesor
y causante de la primera visita de la joven Caro al psicólogo (véase: La noche en que la cartera era bilis de viejo metalero reventado como disfraz de borrega quinceañera). También, contiene apuntes y fotocopias sobre la investigación que realiza junto al mismo compañero que le regaló el libro "El segundo sexo" de Simone de Beauvoir, que decidió obsequiárselo porque escuchó a Caro una vez decir que le gustaría leerlo. (véase: Feminista en ciernes).
La
cartera de Caro, es a juzgar por sus antiguas elecciones accesorias, una
cartera de dama inglesa. No pierde la trillada esencia platónica, la esencia de
la ausente combinación impune que tanto le gusta. Posee en el bolsillo
infinidad de boletos de tren, su pulmonicida predilecto Camel, su particular
“Primeros auxilios” con delineador negro y corrector de ojeras, siempre
salvadores, y el mp3 que intenta ocultarle al mundo por sus paupérrimos
auriculares acompañantes, que ella misma sostendrá (a fin de que funcionen)
con la mano sobrante, mientras que con la otra mano se aferrará al caño del
Colectivo.
Adentro hay cuadernos habitados por escritos suyos;
poemas que mutarán en canciones, anotaciones y apuntes de sus clases en la UNQ y la UBA, cuentos y
anécdotas: Los verdaderos cuadernos de
su vida.
La cartera de Caro, es una mezcla furiosa
entre cigarrillos que no la sacian si no vienen en formato familiar. Contiene cuadernos, anotadores
y libros, maquillaje y potes de productos estéticos. Algún que otro spray para
el cuidado del cabello que prepondera en urgencias mirando con aires de alteza
a la cordura en podios bajos. Y un boleto del último tren que tomó, que ahora
es un fragmento de pasajera devenido en barquito de papel. Un celular que ahora ya no es acudido ante flirteo púber sino ante trabajo y comunicación por responsabilidades. No tiene Whatsapp ni Face. Pero tiene de fondo de pantalla a su padre con su payasada crónica.
La cartera de Caro, es pequeña por todo lo
que a ella satisface. Contiene algunas anotaciones con rótulo "no olvidar ir a..." porque su sintaxis la abandona peor que los anti transpirantes berretas abandónicos.
Contiene ciertas prescripciones médicas y órdenes de estudios que jamás efectuará pese a sus infantiles promesas sobre el bidet.
Es inmensa por todo lo que le lleva hurgar a fin de
encontrar el celular que está sonando. Es demasiado sofisticada por la nena del
hombro que la posee y luego hablará. Es demasiado rústica a juzgar por su
patrimonio de prendas que visten a un mundo pero no clasifican para conformar
su necesidad de closeth. Es demasiado para ella.
Es apresurada la responsabilidad de sacar a
pasear una cartera en manos que usan esmalte y brillitos, y gesticulan más de
lo que piensan.
Es prematuramente una decisión a prueba de
madurez.
Carol-Bord... I don't wanna grow up.
La sencilla operación del amor
"Creo que no te quiero, que solamente quiero la imposibilidad tan obvia de quererte. Como el guante izquierdo enamorado de la mano derecha." (J. C.)
Carol-Bord... Nada que no se cure con una maniobra des-enceguece-dora...
7.5.13
Un gratuito burdel de dos personas
No sirve de otro modo
(Eduardo Lizalde)
No importa que sea falso:
cuando tú quieras verme unos minutos
vive conmigo para siempre.
Cuando simplemente quieras
hacer bien el amor
entrégate a mi cuerpo
como si fuera el tuyo
desde el principio.
De otro modo, no sirve:
sería como prostituirse
el uno con el otro;
haríamos de todo esto
un gratuito burdel de dos personas.
Carol-Bord... Citando versos que conocía antes de leerlos...
"Return", song comes back...
(Written by Caroline Borderline & Michael Airs)
Carol-Bord... They don't know you're borning again...
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