Escribiéndome... para romper violines
13.6.13
Feliz día del escritor...
Una vez sentí que mi piel mutaba a un escalofriante, y acaso glorioso, envoltorio que erizaba, lo que comúnmente se llama piel de gallina. Fue a causa de mi padre, quien decía que pocas veces entendía lo que yo escribía, se nublaba, mareado en metáforas jocosas. Pero su conclusión final, es decir en donde me invaden los más agradables sustos de gallina, fue la estimulante crítica de definirme como con un registro y un estilo propios, como con una marca registrada, como "Caro que escribe como Caro".
Nadie me hizo sentir mejor jamás....
Porque el arte de escribir es tan placentero, que al más verde aficionado le llena el alma sublimar las cotidianidades o inquietudes y jugar con letras que hablan por uno mismo.
Porque ponerle nombre y apellido a un personaje, es darle vida a una fantasía que roza la realidad de quien piensa lo que escribe.
Porque desde que tengo uso de la escritura, mi escape y catarsis fue plasmar en papel lo que no tengo ganas de decir.
Porque cuando fui creciendo, los miedos y vergüenzas, las miserias y las ganas de contar un chiste con mi pluma, se materializaron en algo que, una vez consumado, me dio una pizca de fe cada vez que me volvía escéptica hasta de la ciencia.
Porque cada vez que me aniquilaron con críticas, me alimentaban con aprendizaje.
Porque cada vez que yo era la peor de mis enemigas, había alguien que confesaba haber leído alguna de mis suertes literarias y me regalaba una crítica sanadora.
Porque no soy escriba ni escritora ni mucho menos, pese a que Luis Majul O Belén Francese así se auto-proclamen faltándole el respeto a la tinta y al mundo.
Sólo intento reflexionar en este día particular, acerca de todo el proceso que lleva darse cuenta que no está mal releer lo que uno escribió tiempo atrás y sentir que es una completa bazofia, ni está mal sentir que la transpiración sube en ascensor y la inspiración sube rengueando en escaleras sin fin.
No está mal tenerle miedo a la hoja en blanco ni a la mente en blanco, porque si el miedo está presente, por instinto y pasión, uno se negará a dar ingreso a la vida en blanco, como quien se niega a la idea de decepcionar a su familia conservadora, como quien se niega a la sinapsis con voz de hombre malo y traje de patovica.
No está mal frustrarse porque las cosas no se ven reflejadas como uno quería ni porque uno carece de tal talento. Porque la frustración es enemiga de la imaginación, y la falta de talento es un atentado represor.
Tal vez, sea más sano el antídoto lapidario de la terapia escrita:
Volver al primer amor que incluye amantes de la "a" a la "z";
buscar comodines que pongan pausas y punto final a las ideas que ya no dan para más;
ahuyentar a esa bestia hija de quien la padece, (a la que Freud llamará inconsciente o fálica);
y pintar con letras toda sensación que sueña con ser -algún día- leída...
Carol-Bord... "El escritor original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar." (René de Chateaubriand)
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