Escribiéndome... para romper violines
7.7.13
En busca de la radiosofía...
Seguramente no hubo profetas que advirtieran acerca del micrófono delator intencional.
Que desde los 12 años me dio la katana contra todo-mal concediéndome la felicidad que posee el que se atreve a cantarle a la vida. Mi primera actuación en un escenario, mi primer tema musical, mis primeras apariciones en pos de generar una suerte de YO, cantante y compositora. Mic.
Pero de algo jamás me avivé tempranamente. Voy por mi segundo año radial en el proyecto que fuera un juego desde el primer momento... Que fuera un día un modo de vida.
Como una tonta, jamás sospeché que mi vocación (si es que me permiten la licencia de otorgarme falsas licencias que apenas dan felicidad), mi -llamémosle entrecomillada- vocación, estaba al alcance de mi lengua.
Lo único que he hecho ininterrumpidamente en mi vida fue hablar compulsiva y patológicamente. Mal o bien. Con más ímpetu en ocasiones. Con más fonética del que persuade con un speech telemarketer, de cuándo en cuándo. Con menos rapidez que la excitación del cerebro encomendando órdenes, con más convicción que autoconfianza. En situaciones difícil de tolerar y raramente soportables a un mortal.
Lo que me dio etiquetas, errores, enemigos, compinches. Mi verdugo del filtro y mi Dios del Blablá.
Lo único que he hecho ininterrumpidamente en mi vida fue hablar compulsiva y patológicamente.
Me faltaba un micrófono delante.
Y un dial de por medio.
Carol-Bord... This is who i am...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario