Acostumbrados a "empeñarnos en hacer otros planes", es como todo sucede.
Cuando suena la campana de manera forzosa y en el fragor de esta extasiada lucha te vas a una esquina del ring a descansar dos minutos y (hacer el esfuerzo de) reponerte, en ese efímero momento, comprendés finalmente y con dolores todos, que ya nunca más te va a abrazar.
Suena la campana otra vez. Pero nunca más te va a abrazar. "¿Cuándo fue la última vez?" -pensás-.
Mientras tanto, sin respuesta eventual, fabricás una pizca de fe y la ingerís... Porque parecerá que ya nunca más. Pero sabés, en el fondo, que siempre habrá forma de abrazarse... Porque los grandes peces se transforman. No se pierden...
Carol-Bord... "Hay algunos peces que no pueden ser atrapados. No es que sean más rápidos o más fuertes que otros peces. Sólo están tocados por algo especial..."
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