Las personalidades frágiles tienden tanto a caer como un niño de meses intentando caminar.
Yo soy uno de ellos, son de mi equipo, les pertenezco.
Llega un punto en que todo se mezcla, en que buscás una cornisa en todas sus formas.
Con que se sienta al borde alcanza, con que te mate un poquito cada rato sirve.
Nadie duda de nosotros, somos uno más, salimos a las calles, compramos el pan, tomamos mate y hasta hacemos los mismos chistes que los nenes bien de las familias enderezadas.
El frágil nunca se siente satisfecho, nada lo termina por complacer, y si es bueno, "no es tanto como..." y si es malo "podría buscarle la forma para que me haga peor..."
And that's the way it goes, uno se instruye, lo mandan a los mejores colegios, le enseñan la tabla periódica de los elementos, la Tabla de Ruffo, el tango Cambalache... Para terminar siendo un maldito frágil, uno de esos que ruegan amor y dependen de todo.
Lo que más le duele al frágil de ser frágil es tener la posibilidad de matar su fragilidad para transformarla en poder autodestructivo. Tranquilos, no es un perfil psicológico, es más bien auto referencial.
Lo que más engorda a la autodestrucción del frágil son las pérdidas y de todo tipo, es un eterno hijo de padres separados resentido, vestido de corderito gracioso. Pero bueno, el tipo es bastante emo.
Yo les pertenezco. Siempre en cada R.E.M, en cada momento previo a despertar, me siento inmersa en sus brazos. Les pertenezco. En mi inconsciente recurrente sobreviene ese sueño o pesadilla como el tic en la abstinencia. Ese fatídico momento en que no sé si es cierto, si es mentira, si es verdad, si es un relato, si lo vivo o si me muero. Esa sensación de correr, no poder. Esa fuerza que no va.
Una cabeza que sueña que quiere escapar y no tiene fuerza, es tan frágil como.
Les pertenezco.
Carol-Bord... Al borde, al filo.
Carol-Bord... Al borde, al filo.
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